jueves, 25 de octubre de 2007

Cartas que nunca recibí: Soledad Fuster, 1941, Alicante

Lo siento madre, pero me muero.

Si , ya sé que no es justo, que tenía toda una vida por delante, que a mis quince años morirse es una traición de la vida, que preferirías morirte tu, pero no, en esta ocasión la enfermedad me ha elegido a mí.

Sé que quisieras decirme tantas cosas, sé que ahora maldices , más que nunca, a esa enfermedad que te dejó sin habla de niña, pero tu y yo nos entendemos, ¿verdad?.

Sé que quisieras hablarme pero sólo me besas y me abrazas, a pesar de que los médicos os han prohibido tocarme, sabes que el tifus exantemático se contagia por el cariño, pero te da igual.

Tan fácil es contagiarse …, fíjate en todos los que están muriendo en España este año por la epidemia. Lo mismo da, rojos que azules, al tifus le da igual el color.

Menos mal que al Dr. Clúa se le ocurrió descubrir la vacuna para este tifus, pero claro, será efectiva siempre y cuando se cumplan determinadas precauciones y el tiempo desde el contagio no sea excesivo.

Yo no cumplo con lo necesario para salvarme, lo sabemos.

Lo siento madre, pero me muero; dile a papá que no llore, ni siquiera a escondidas, que muero como Miguel, que recuerdo los versos del compañero de Orihuela que me leía con el corazón en un puño y éste levantado:

Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.

Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro
Voy entre pena y pena sonriendo

Si erradicar la epidemia fuera tan sencillo como derribar los muros de Covarrubias, como hizo “el divino”, mi padre lo haría. Arrancaría piedra a piedra los muros del Raval , con el pico y la pala de sus manos, lo sé, pero ya no hay tiempo.

Sé que la vida será dura a partir de mañana, cuando en mi hermana gemela me creáis ver y yo no esté, sé que mi hermana piensa que morirá por esa estúpida creencia de que la muerte de una gemela anticipa el destino de la otra, dile que son tonterías, que cuando sea abuela alguien le hará llegar esta carta. La quiero.

A mis otras hermanas, qué les puedo decir ahora. Está tan oscuro este hospital , hace tanto frío y mi cuerpo tan ardiendo de fiebre. A Victoria y a Rosa, que aprendí de ellas lo bello de vivir, pero me faltó el tiempo.

Sé que papá no cree pero yo, ahora, necesito creer que no todo se acaba aquí, que mi cuerpo dará vida a los rosales y mi alma, mi alma vigilará los pétalos de vuestras vidas, de aquí en adelante.

Al tete dile que me gustó ser su novia, claro que el jugaba con ventaja , por el precio de una tenía dos.

Lo siento madre, pero me muero.

Ciérrame los ojos dulcemente.

Adiós.

Soledad.

1 comentario:

Unknown dijo...

me parece tan increible, me gustaria saber mas de soledad fuster, pues yo tengo este mismo nombre, pero naci en chile, y tengo 43 años de edad. ojala me contacte con alguien de su familia.
si mi tocalla murió como dice la carta, me da mucha pena, mas aún que ahora hay cura para ese mal.