jueves, 27 de septiembre de 2007

De ningún sitio a ninguna parte

Junto al aljibe centenario en otros tiempos receloso vive desde siempre en el rincón una parra de uva blanca. Su sombra cubre ahora la mitad del patio y del dulzor de su fruto está mi niñez preñada.

Cuántas veces sorteando jazmineros, geranios y margaritas , en blanquiazules maceteros de barro, corrieron mis días mientras la abuela , siempre de pelo recién nevado, tendía sábanas de lino y ropas en los cordeles de esparto al olor de ese jabón de jazmín que aprendió a hacer cuando casi de niña en Argel, mercadeaban con él o simplemente lo cambiaban por una barra de pan.

Los canarios y jilgueros nos cantaban conciertos de trinos imposibles dándose paso uno al otro como improvisando la sinfonía inédita de cada verano.

Yo creo que Luís también se fijaba en todas estas cosas aunque nunca nos dijimos nada al respecto, ni siquiera en esos ratos de siesta traicionada cuando el olor de los jazmines creaba fantasmas maravillosos que deambulaban por nuestro cuarto interrumpiendo mi lectura para inspirar y el aparente no pensar en nada de mi hermano.

Luís nunca pensaba en nada. Ni siquiera cuando parecía que lo hacía.

Siempre he creído que al ser él cuatro años mayor que yo los recuerdos que en mí no quedaron de aquello en él , sin embargo, calaron profundamente de ahí, creo, nacieron sus silencios y su aparente frialdad, manteniéndose ajeno prácticamente siempre , excepto cuando , de vez en cuando y como si de ese estado de reflexión silenciosa obtuviera una conclusión definitiva me soltaba “esta vida es una mierda tan grande como el mar”.

A mi el mar me parecía enorme.

Desde la escollera del puerto a donde el abuelo nos llevaba a pescar doradas, el mar, efectivamente no tenía fin. En una tarde clara , como lo eran casi todas, a la derecha de mi atalaya, bajo el faro sideral, llegaba a ver el cabo de Santa Pola. Un poco más a la izquierda y casi flotando entre el mar y el cielo la pequeña Isla de Tabarca, de la que tantas historias contaba el abuelo mientras jugaba al dominó en el casino del barrio.

Desde la isla y girándome hacia la izquierda todo era una línea de horizonte hasta llegar al Cabo de las Huertas y yo, como heredero y príncipe de todo aquello, permanecía en el centro de aquel semicírculo que forma la bahía.

Luego nos contaba el abuelo que más allá de aquella línea de horizonte estaba el otro lado que era como mentar la pena , las chinches y el hambre y al abuelo se le oscurecía el ceño y, creo que, en alguna ocasión, se le escapó algo del zumo amargo de sus ojos.

Era un tema del que casi no se hablaba en casa más que cuando tras insistir la abuela nos enseñaba su álbum de fotografías y recortes y siempre indirectamente se mencionaba aquel lugar. Nunca, nunca se pronunciaba el nombre de Argel.

Ésta, decía mientras besaba la fotografía, era mi hermanita , murió en el viaje. Esta era la celda que teníamos allí. Fíjate que guapos y felices estamos en ésta, fue el día de las elecciones, en abril, antes de que todo pasara, ocho años antes de tener que irnos.

El abuelo, envuelto, en el humo de su cigarrillo se asomaba por la ventana que daba a la calle viendo a la gente pasar, sin decir apenas palabra, callando como una pena.

martes, 25 de septiembre de 2007

¡ Alicante está vivo !


Sí, lo dudaba.


El cultural del Diario Información de hoy (25/09/07) publica una reseña sobre la web alicantevivo.org dedicada exclusivamente a recuperar la memoria de ese Alicante que fue y a dejar huella del Alicante que estamos haciendo. Con todo el amor que las personas de bien tienen a su tierra.


Estos amigos han masajeado durante meses el pecho de este Alicante que había entrado en parada hasta conseguir, por fin, que ese masaje cardíaco avivara de nuevo el latido acompasado y de buen ritmo que tiene ahora; con humildad pero con la sabiduría de estos jóvenes maestros de la U.C.I. ciudadana.


Mis queridos amigos.


Y me enorgullece por alicantino, por considerarme amigo y por tantas otras cosas.


Sí, ¡Alicante está vivo!, y bien vivo.


Traigo de nuevo aquí una cita de mi amigo Pablo Rosser "hemos hecho del pasado de Alicante, de su Historia, con las herramientas más actuales, un proyecto de futuro tan entusiasmante".



Cuatro goticas

Es bien sabido que cuanto más prolongado es el tiempo de hibernación del oso los salmones son más felices.

Si bien Alperi había estado como “missing” aunque en realidad trabajaba duramente en las cortes valencianas estábamos todos tranquilos pues Sonia sin casco en la obra de demolición pero sonriente jugaba en la envoltura de forma oval dentro de la cual se encierra para, en breve, convertirse en la crisálida previa al sillón grande de la Alcaldía.

Y en esta mojiganga (obrilla dramática muy breve , para hacer reír , en que se introducen figuras ridículas y extravagantes) sólo faltaba, para ambientar, la lluvia que llega como el lobo de Pedro, después de varios avisos.

Con la botarga calada el Ausente y el Concejal de Seguridad con el chubasquero amarillo de Terra Mítica dicen que total, por cuatro gotas, aquí no ha pasado nada. Que Alicante va bien. Que menudo pedazo de colector hemos hecho.

Cuatro gotas locas que no mojan pero empapan” como decía Jorge Onetti.

Se nos cae el castillo de San Fernando por el efecto de las lluvias; las rotondas últimas, como los cayos del sur de Florida; el Hospital sin luz; San Juan casi veneciano; bajos y garajes con enseres inservibles; la avenida de Elche totalmente a oscuras y embalsada. Total, por cuatro gotas locas.

Ni los bomberos ni los locales, creo, están de acuerdo con eso de que aquí no ha pasado nada.

No sé porqué pero me viene a la memoria la mojiganga “Las garapiña” de Calderón cuando dice “No hay criado / mejor que un comilón entreverado / con honores de amigo, / que hace lo que le digo/ y por cariño el ser mandado toma

La lluvia no es culpa ni de Alperi ni de Pablo Suarez pero el despropósito de ciudad que tenemos si, en gran parte.
Pena de ciudad.







Si quieres ampliar esta noticia te recomiendo el blog Alicante vivo y su artículo La sombra de la riada es alargada del cual he tomado las imágenes que acompañan a este artículo.

martes, 18 de septiembre de 2007

De mis héroes


Cuando me llegó como de visita la razón tendría yo sobre unos catorce ó quince.


Siempre me gustó escribir y aún más leer pero si a alguien le debo el aprecio a tan agradecido vicio es a ella, a mi profesora de Literatura Española que vino a descubrirnos a Federico, a Miguel, a Juan Ramón y a tantos otros.




Y es que el amor a las letras se contagia como la vida.

Leí entonces “Bodas de Sangre”, mi primer libro de Federico luego, cuando ahorré lo necesario, me hice con “El asesinato de García Lorca” de Ian Gibson y de ahí a la antologia poética de Federico y a “Poeta en Nueva York” y a Walt Whitman pasando por “Perito en Lunas” y, casi subrepticiamente, algún libro de Enrique Cerdán Tato prácticamente prohibido en casa por distintos motivos, alguno de los cuales no tenía nada que ver con la política y que serán motivo de otro artículo.


Para mi dieciséis cumpleaños mis queridos compañeros y amigos me regalaron el libro “Lorca y Dalí, una amistad traicionada” de Antonina Rodrigo (Espejo de España) que leí frenéticamente el mismo día.



Me declaré entonces públicamente nacido tardíamente.


Adoraba a la generación del 27 y “La arboleda perdida” de Alberti, y la Residencia de Estudiantes y al viajero Machado con sus moscas, con su caballero andaluz y su olmo reverdecido y su cuaderno.


Mi hermano por entonces formaba parte de la compañía de teatro amateur del grupo de empleados de la Caja de Ahorros para la que trabajamos y representaban en el salón de actos del antiguo colegio de los Maristas en la Avenida de la Estación, una elegía a Miguel Hernández con gran éxito de público.



Ha llovido tanto y tantos soles nos han quemado la espalda que los veinticuatro dedos que contaba para que llegara el año dos mil se me han hecho un meñique insignificante.



Como si viajaran en el vagón de clase turista llegaron los genios de Gabriel Miró y su “Humo dormido”, Azorin con “Al margen de los clásicos” y Rafael Altamira y sus “Cuentos de Levante”.




Compartiendo charla en el vagón llegaron Miguel Signes con su “Tabarca”, Enrique Cerdán Tato y “Todos los enanos del mundo”, y otros de esa generación alicantina del 54.



Y tantos, y tantos otros



En asientos enfrentados se sentaron Góngora y Quevedo sin parar de lanzarse improperios que no lo parecían pero lo eran y crueles, haciendo la delicia del resto de los pasajeros y de este maquinista con ambición de escritor que guarda todavía hoy la cara y el atuendo ennegrecido de carbonilla y la vana pretensión de escritor.



A la generación del 27 se le unieron luego Darío, Leon Felipe, Benedetti, ¡ah Don Mario!, Gabriel García Márquez con sus “Cien años de soledad” y tantos otros.

Al margen de los clásicos mi biblioteca se completa con mis libros de Alicante, de su historia, de su vida proscrita más que de la contada.




Es de mi biblioteca alicantina de la que estoy especialmente orgulloso.


Cuando por una de esas casualidades de esta vida me surge la oportunidad de conocer a Enrique personalmente surge en mi una emoción creo que inexplicable o no entendida por mis próximos que me llena de un gozo nervioso y temeroso de no estar a la altura de su conversación.



Se creó entonces y de esto me felicito a menudo, una relación personal con Enrique y Mª Luz que mantengo y cuido con amor, que caldeo en invierno y refresco en verano mientras , a esa temperatura casi estable, el fruto madura y madura hasta convertirse en abrazos y familia.


A estas alturas de mi vida en la que uno ya puede iniciar un inventario vital hay entradas en rojo pendientes de pagar, tachones de tinta china que nunca debieron ocurrir de haber cuidado la caligrafía y anotaciones bien claras en azul marino a ese haber que heredaran mis hijos, en definitiva, todo lo que pueda encontrarse en cualquier inventario.


El año dos mil marcó, sin duda un suma y sigue en esta vida mía. Un barrado inicio de hoja nueva.


A día de hoy, siete años después, con el mapa estelar que marcan mis hijos cuyo rumbo sigo fiel, navego sobre aguas de calma y de felicidad, una felicidad que me acompaña y que tiene nombre de mujer de ojos del color de esa aceituna andaluza donde nacen sus raíces.

Nos alternamos en las tareas de la navegación, en ocasión el timón , en ocasiones, el grumete, pero siempre, siempre, con las velas henchidas.

Es ahora cuando disfrutamos de viajar en tren con las cabezas soportadas mutuamente a ese Madrid que nos encanta y nos envuelve de ese aroma especial de lo inesperado y lo mágicamente bello y lo vivimos todo con la sensación de estar creando el huerto frutal de nuestras vidas.

Y de nuevo surgen Federico, Machado, Dalí y Buñuel frente a la charla amable de Ian Gibson en el café PortoMarín.

No por adularte, le digo, sino por vanagloriarme, te traigo lo mejor de mi Alicante, un libro de Azorín , otro de Enrique , un Fondillón magnífico de Rafael Poveda y , sobre todo, a ella, pero esta, querido amigo, me la quedo para mi.















miércoles, 12 de septiembre de 2007

Vivir

Hemos vivido en mi familia unos días tristes, muy tristes. Seguimos, es cierto, cuando nos paramos a pensar, tristes y desconcertados a pesar de los días y las horas.


La vida , a veces , llega a los límites extremos de la crueldad pero, en otras, y como un ejercicio de equilibrio sobre el alambre, alcanza los límites de la felicidad.


La vida, a veces, pesa como un mundo.


Hay que contar ,tanto en un extremo como en el otro, con los demás, hay que apoyar la cabeza y el abrazo sobre el prójimo o el próximo, y mostrar la sonrisa , los ojos vivos y los brazos abiertos.

Y contar cada día 7 como si fuera el del inicio del mundo y no descansar al séptimo sino seguir con la sonrisa, hacia adelante, como el abrazo perpetuo de Gustav Klimt.


Bea y David, que tantos días 7 han vivido ya y todos tan llenos de ese amor que se tienen y a los que la vida les ha hecho soportar el peso del planeta ya varias veces, a ellos, y para ellos, el artículo de hoy y la imagen de este "Abrazo" del vienés Gustav Klimt.


Para Pedro y Mar todo el apoyo que se puede dar en estos momentos, si sirve de algo.


Carta enviada al Periódico La Verdad con fecha 11/9/2007
"Sr. Director del Diario La Verdad


Si la muerte por cruel es siempre inesperada , desorienta y te hace caer en ese agujero del pesar en el que se convierten los recuerdos; cuando ésta, la muerte, se lleva consigo la vida de un joven de dieciocho años es , aún más si cabe, una prueba de fe en la vida , el dolor más profundo de un padre, las entrañas doloridas de una madre.



He compartido este agudo y estridente dolor recientemente con los padres de Adan, con los hermanos de Adan.


Adan , así se llamaba el joven fallecido en accidente de tráfico el pasado viernes 7 a la altura de Novelda.

Hay, Sr. Director, una ética implícita en el periodismo que usted , como profesional que és, conoce perfectamente. Tras una noticia siempre hay una vida, y un respeto a la misma, y un sentimiento.


Cuando una noticia se transforma , símplemente, en una sucesión de frases enlazadas se convierte, querido amigo, en un ejercicio cruel de desapego al contenido propio de la misma, una traición al básico respeto al próximo y al prójimo. Puedo entender, querido amigo, que bajo las iniciales M.C.S. de Alicante se encuentre un periodista recien salido de la facultad que todavía no ha descubierto que tras los muertos hay nombres, madres, hermanos; que tras las palabras hay vida, dolores y alegrías.



Imagino que tras el periodista, el de verdad, debe haber siempre un hombre, con madre, hermanos, dolores y alegrías.

¿ Qué queda , pues , de todo si ignoramos el dolor ajeno, si obviamos la crueldad de las palabras publicadas ?.

¿Que queda de todo? .

El artículo , o reseña, o parte policial, que no se exactamente como llamar a lo que publicó M.C.S. el sábado día 8 se convierte , como podrás comprender, en una estocada cruel sobre el corazón ya malherido de unos padres al borde de la extensión del dolor. Dígase como se diga, la muerte es un dolor, pero dicho como lo dijo M.C.S. el dolor se hunde quizás para siempre en el pecho de toda una familia. Para siempre.

La palabra impresa no admite rectificación pues aún ejerciéndola volvería a recordar lo escrito primeramente.

Se , Sr. Director, porque conozco su carrera periodística, que comprenderá el sentido de esta carta y que actuará en consecuencia. "

domingo, 9 de septiembre de 2007

Mucho más sobre La Isleta

Como claman al cielo mis amigos Alicante está vivo. Y así lo demuestra la reacción desde distintas tribunas gentes de bien.
Os trascribo el artículo de Opinión que publica hoy el Diario Información firmado por D. Manuel Alcaraz Ramos, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Alicante.

"DESPUÉS DE LA ISLETA
A hora que se ha perseverado en la tradición municipal de alzar barbaries arrasando el patrimonio, ahora que La Isleta ha pasado al álbum de las ruinas, ahora, para que la esterilidad no sea total, conviene sacar conclusiones que nos lleven más allá de la jaculatoria y el lamento. Trataré de estructurarlas en torno a tres ideas. 1.- La presencia de Sonia Castedo en el derribo, esa foto con cara de Atila satisfecha, ni es accidente ni es mera constatación de que, buena hija política de Alperi, se regodea en la ignorancia y no precisa de la cultura para su proyecto de alcaldía. Porque, sepámoslo, es su primera foto como Alcaldesa invicta. El asunto va más allá y convierte a este derribo, precisamente, en un acto político, muy político. Castedo ha cubierto, para mucho tiempo, su vertiente populista y se ha impuesto sobre algunos que, por parte de los votantes, son vistos como prepotentes y pedantes defensores del pasado contra el «sentido común», que aconsejaba acabar con un mínimo edificio asolado y sucio -por eso su insistencia en este punto-. Incluso ha jugado a favor de esa parte del movimiento vecinal que, absolutamente doblegada al PP, respira sólo para aplaudir a quien le halaga o subvenciona. A Castedo, en fin, le basta con que la ciudadanía asista impotente y estupefacta a un debate entre argumentos sofisticados y el ordeno y manda. Es más: le interesa dejar claro que quién manda es ella. Y punto. No es materia casual la que se elige para el enfrentamiento en el que ha de vencer. Y no lo es porque Castedo no tiene más remedio -ni, seguramente, más voluntad- que inscribirse en la línea heredada de Alperi y trabajar a favor de un bloque de poder determinado y de un modelo de no-ciudad que le va a exigir, en nombre de la construcción ilimitada -que se esforzará en disfrazar de «progreso»-, otras destrucciones. Que se vayan, pues, enterando los opositores a esa línea: tendrán que pagar el precio de la incomprensión, de ponerse enfrente de una «mayoría natural» que, a falta de otro pan que comer, es la que mantiene con sus votos esta línea de actuación. Aunque sea con la nariz protegida como quien respira autopsias en la piel de su ciudad. Castedo y Alperi lo tienen claro y han simplificado la idea de Maquiavelo que pretendía que si al Principe no conseguía amor debía ser temido; para ellos lo mejor es ir directamente al temor, al avasallamiento de personas, ideas y edificios; suficiente es con el amor de los conocidos que les paseen en yate o que jalean su valor contra los críticos. 2.- Esos críticos han hecho un impagable servicio a la razón explicando hasta la saciedad la importancia del edificio y lo que significaba en términos culturales su derribo y, pese a la derrota, deben sentirse orgullosos: han salvado la dignidad de la ciudad. Pero quizá los más directos opositores al derribo de La Isleta han olvidado la estricta racionalidad política de la demolición. Porque optaron -era su papel- por instalarse en la racionalidad de lo técnico-formal. Pero así no podían eludir algunos problemas. El primero es que el argumento de la necesaria salvación del edificio porque era aconsejada por «técnicos» cualificados es débil, porque nadie ignora que otros técnicos son responsables cotidianos de proyectos que niegan la ciudad y sus emblemas. El segundo es más grave: una defensa basada en lo formal, que descuide los elementos sentimentales -la preservación de la memoria colectiva- y que prescinda de una alternativa nítida de uso a lo que pretende derribarse, es muy vulnerable ante los argumentos del poder. Todo ello se ha puesto aquí de manifiesto cuando ha surgido la pregunta de porqué tanto empecinamiento en salvar un edificio -que nadie, en determinados estratos ciudadanos, niega que debía salvarse- y porqué no se pone el mismo -o muy superior- énfasis para criticar la situación de los Castillos, de Tabacalera, de las Torres de la Huerta, de la Estación de Murcia, de Correos, de el Palas, de el Ideal. Sería totalmente injusto decir que los críticos con el derribo que comentamos no se ocupan de los otros edificios -a veces son los únicos que se ocupan-, pero es verdad que es difícil recordar una campaña como la actual respecto de otras edificaciones o entornos. En todo caso, pienso que se trata de un punto y aparte y que a partir de ahora, con la experiencia acumulada, otras luchas son posibles. 3.- Y puestos a ir a la disputa conviene aprender que sólo hay una manera de oponerse con alguna probabilidad de éxito al poder municipal actual: devolviendo miedo por miedo. O sea: tejiendo pacientemente alianzas que busquen mayorías sociales críticas con esa política de desprecio del patrimonio. O sea: anticipándose a la angustia de la inminente demolición, rompiendo el aislamiento de los ya convencidos y buscando la complicidad de toda la sociedad civil, implicando en estos combates por el patrimonio y, en definitiva, por la ciudad, a todos los partidos, a los sindicatos, a las asociaciones cívicas, vecinales, culturales o juveniles. Me parece que esa trama de complicidades deberá asegurar los requisitos que enuncié: unir la defensa «fría» de unos valores constructivos y estéticos, profesionalmente explicados, con la defensa «cálida» de una memoria que requiere de las raíces del paisaje, de lugares que puedan ser la última patria del recuerdo y de la convivencia; y proponer alternativas posibles y precisas de uso. En definitiva: hay capacidad suficiente para dejar que decir apresurados «noes» en el momento de la agonía de un trozo de patrimonio, para empezar a decir «síes» a destinos precisos para cada uno de ellos. A eso es a lo único a lo que Castedo y Alperi temerían, a que fueran ellos los que tuvieran que enarbolar el «no», pagando el correspondiente precio político. Y para ello me atrevo a formular una propuesta: ¿por qué, desde la sociedad civil, no se organiza el año próximo un «Congreso sobre el patrimonio en Alicante» en el que se redefinan prioridades, se articulen estrategias y se propongan usos alternativos Y es que ahora que los pedazos de La Isleta son sólo reliquia de desastre es justamente el momento de levantar voz y cabeza. Si no es así tanto esfuerzo, tanta lástima, sólo habrán servido para aupar a los sembradores de sal un peldaño en su engreimiento"

jueves, 6 de septiembre de 2007

Más o menos sobre la Isleta

Queridos amigos:

Con orgullo de escribiente os trascribo la carta al director publicada hoy día séis de septiembre en el Diario Información y que, como aludido he contestado.

"Antonio Soler Molina y 5 más
Más sobre la Isleta
Los vecinos residentes en la Albufereta, en su mayoría, después del derribo de la Isleta estamos sorprendidos y dolidos por los escritos que los detractores de «todo lo que se mueve» hacen «engañando» con calificativos difíciles de entender hacia este local dedicado a una cafetería y que a finales del siglo XX dejó la actividad. Los que aquí vivimos, no entendemos como lógico que a esta acción de derribo de un local de columnas de hierro y una techumbre y paredes de aluminio y cristal, se le pueda calificar como «destrozo y aniquilamiento del patrimonio cultural e histórico de Alicante». Ni aceptable es el calificativo de «un ejemplo de la arquitectura moderna local» o «patrimonio cultural y urbanístico» venga de quien venga, y que con ello lo que consiguen es tergiversar el asunto haciéndolo engañoso para el que desconoce el lugar. En la Albufereta tenemos un «montón» de edificios «ejemplos» de arquitectura moderna, no deseados, construidos en la década de los 60 y más modernos, que han perjudicado notablemente las playas y el barrio. Pero lo más indignante, como personas que somos y que no podemos dejar pasar, es la descalificación personal que hacia la concejala de Urbanismo, doña Sonia Castedo, hacen en sus escritos ciertos «escribientes» comparándola con Nerón, Atila, los «White Hounters» y otros personajes, tratándola de prepotente, autoritaria y soberbia, tachando su actuación de falta de sensibilidad y realizándola con alevosía, traición, nocturnidad... apelativos que no vienen a cuento. Pues sepan, que estos «insultos» no solo los descalifica como personas y les hace perder la razón (si es que la tenían) sino que insultan también a: 1º. Los socios de la A VV Albufereta «Playa Blanca» que en asamblea general del 18 de enero de 2005, acordó por mayoría solicitar al Ayuntamiento la remodelación de la Isleta. La asociación está compuesta por 2.183 apartamentos multiplicado por los que residen en cada uno de ellos. Por tanto, la concejala de Urbanismo estaba actuando cumplimentando una petición vecinal. 2º- A todos los votantes que en las últimas elecciones municipales eligieron por mayoría absoluta la lista en la que iba incluida doña Sonia Castedo. 3º. A todos aquellos que fuera de estos apartados aprueban esta actuación. Por tanto, señores «escribientes», algunos conocidos por escritos todos ellos descalificando, nos tememos que los apelativos están motivados por distintos colores o por resentimiento personal. Por último, queremos decir que los que conocemos a la señora Castedo en su faceta de cargo público hemos tenido alguna que otra diferencia, por distintos pareceres, pero como persona siempre ha demostrado ser poseedora de unos altos valores humanos, con atención, simpatía y cordialidad en el trato hacia todos.






Antonio Soler Molina y 5 más Junta directiva A VV Albufereta "


En contestación a esta carta y como aludido , respondo.

Ante todo y sobre todo respeto la opinión expresada en su carta pero me gustaría matizar algunas cosas que, al parecer no quedaron claras en mis cartas anteriores.

Alabo la labor de las asociaciones de vecinos y aplaudo sus acuerdos pues entiendo que se trabaja para el entorno inmediato y el bienestar de los vecinos por lo cual estoy , y siempre estuve, en favor de una "remodelación" de la Isleta, entendendiendo por remodelación lo que ésta significa y no una demolición que és, efectivamente lo que se ha hecho.

La frase "venga de quien venga" en cuanto a la negación de una opinión no entra dentro del diccionario de este escribiente y, perdóneme la apreciación personal, pero describe el modus operandi de una mayoría absoluta no dialogante.

Yo, lo confieso, no soy nadie pero escucho y valoro la opinión de arquitectos y de la gente que conoce la historia de Alicante y créame, sobre la isleta hay mucho más que unos hierros.

Dígame , querido amigo, qué sentido tiene fotografiarse en plena labor de demolición de una zona que, al menos, ha creado opiniones dispares entre los alicantinos.

Apoyo abierta y públicamente "todo lo que se mueve" mientras se mueva hacia adelante. Este escribiente solo pretende un Alicante razonable y justo .
Añado aquí la Carta al Director aparecida hoy día 7 y firmada por Paco Huesca.
"
Paco Luis Huesca García
La buena, el feo y el malo
No iba a escribir, pero debo hacerlo. Contestación libre a «los 6 personajes escribientes» (6-9-07). No voy a pronunciarme sobre el valor arquitectónico de la ya inexistente Isleta. Gente de prestigio lo hizo, punto y final. Lo que no puedo es dejar es dar mi más sincera enhorabuena a esa asociación playera por poder contar con tantos socios (2.183 apartamentos por tres de media son 6.549 asociados). Señores, lo suyo es de Guinnes, no lo duden. En cambio algún conocido común me comenta que en las reuniones hay diez, más o menos. !Una pena!
Molesta, hiere el tono que estos seis señores utilizan llamando a las personas que manifestamos una opinión, «escribientes y personajes».
Se puede y debe ironizar, satirizar, ser mordaz, lo que no se puede siempre es intentar escribir desde el odio como ustedes. Y no es la primera vez. Estamos en un estado democrático y se acepta la decisión del pueblo, pero eso no quiere decir que haya que compartir las decisiones de sus políticos. La dictadura ya pasó, por si no lo saben todavía. Y en el caso de la señora Castedo, ustedes son auténticos «pelotaris». Sí, no se me cabreen, sobre todo uno. A algunos no nos ha gustado la forma de como se ha llevado el tema. No es cuestión de colores, ni de resentimientos.
Estoy seguro que conozco más a la señora Castedo que ustedes. Y en lo humano y personal nunca la olvidaré, y ella lo sabe, pero suelo separar lo personal de lo profesional. No me hagan tirar de la manta de ciertas prebendas, bancos y mesas de restaurantes, por favor. La foto de este diario fue ilustrativa. Allí estaba «la buena» (en todos los sentidos), «el feo» (lo siento Sanús) y «el malo» (¿lo conocen?), de noche y con la excavadora en la Isleta. Tómense un valium. Gracias.
Paco Luis Huesca García "
Bueno, al menos somos dos.

martes, 4 de septiembre de 2007

Volvemos a casa

Abandonada la tierra devastada y dormida de este contorno alicantino que el mar le da forma, ascendemos a las casas blancas de Benissa, a las colinas cuarteadas de Gata y su cerámica y su mimbre.

Cambia de color el suelo cimbreando del marrón arcilloso al blanquecino erial de las canteras y las calvas de piedra vieja camino de Pedreguer que a la sombra de los pinos y al susurro casi inaudible de sus aguas filtradas esconde sus casas azulinas.

La boca del mundo se abre en Benidoleig y su cueva, y al frescor de su garganta los helechos concienzudos crecen de lo más duro y árido, pero creciendo y verdeando.

No hay más ruido que el diapasón de la vida y a su ritmo , sin poder evitarlo, acariciamos las ancianas rocas húmedas de lo más profundo de la tierra.

Y en esa oscuridad casi abismal y profunda aflora el color verde de sus ojos como reencuentro con la vida y la verdad absoluta.

La Nucía es un balcón que te asoma al peñón lejano y grandioso de Calpe y su valle, alrededor , mires hacia cualquier punto, todo es azul.

Por fin afloran las aguas de la tierra en la plaza de las fuentes de Polop y allí nos dejamos mojar mientras corretean los chiquillos y los ancianos beben del caño primero y fuman bajo la sombra aburriéndoles sólo, el humo dormido del tabaco.

Benidorm está ahí mismo, con su bullicio de gentes y en algún sitio , guardado como un tesoro, el recuerdo de ese pueblo que fue.

Subimos a lo más alto y nos envuelve esa sensación de propietarios vitalicios del mundo y ahí, en lo más alto, vuelven sus ojos verdes y nos declaramos mutuamente mientras a cientos de metros bajo nuestros pies sobrevuelan las gaviotas y el mar no se escucha.

Volvemos a la tierra que suplica ayuda, a las salinas desecadas, a las isletas hundidas, a la realidad de la vida en movimiento.

Volvemos a casa.