jueves, 20 de diciembre de 2007

Armas y Bagajes

Cuando creo que vivo
del aire que mi cuerpo anhela
llegan como echándose en falta tus ojos.

Y es con ellos en los míos
cuando siento, entonces sí
que vivo y aún más.

Malqueriendo sin ellos vivirla
no abrazo sino observo
el interminable nacer y renacer
de tus miradas

Mientras el fin canela de tu sonrisa
me corona, con sus armas y bagajes
rey de la creación inacabada

jueves, 13 de diciembre de 2007

El Sol en su lugar

Cedrón le acompañaba siempre que salía al campo. Se le anudaba entre las piernas mientras jugueteaba con las mariposas amarillas tan comunes en estos montes durante la primavera. Era un cachorro vivaraz, inquieto, de mirada astuta pero excesivamente impetuoso para su tamaño; solía hablarle, en esos largos paseos hasta el campo de girasoles, de todo aquello de lo que hablaría con cualquier persona, aún a sabiendas de que no hallaría en él el más mínimo reproche a sus comentarios.

Todo hoy parecía distinto. No había un motivo exacto que le hiciera pensar así, era quizás una sensación que le corría por dentro, un sentimiento premonitorio tan frecuente en las gentes del campo, acostumbradas a extraer casi inconscientemente de todos los recovecos del camino y de los campos una explicación y un motivo para todo lo que sucede.

Se detuvo a media cuesta para volverse y observar el valle.

Todo hoy parecía distinto, incluso Cedrón se mostraba mucho más inquieto de lo normal, como anticipando un presagio, como atemorizado por lo desconocido.

Continuó ascendiendo por la sierra hasta llegar al mirador.

No entendía, a la vista del valle, porqué hoy los campos de girasoles le daban la espalda al sol que ya lucía ardiente.

Lo normal, se dijo, no es lo que está ocurriendo hoy, lo normal es que los girasoles miren hacia el sol, siempre había sido así, hasta hoy. En esos momentos les fue indiferente la razón por la cual lo hacían, le fue estúpido pensar en las leyendas e incluso en la auxina reguladora del crecimiento que, según algunos, alimentada por el sol hace inclinar el tallo hacia la posición de éste. Hoy no había razones.

Continuó el ascenso hacia su campo de girasoles con la esperanza de encontrarlos, como siempre, encarados al sol, pero no fue así.

Dejó caer sobre la tierra los aperos que traía, se dejó derrumbado, sentado sobre la humedad y con los brazos abiertos se quedó perplejo.

Cedrón tampoco entendía nada, era un ladrido continuado, un nervio sin descanso, no dejaba por un momento de olfatear la tierra, mirar hacia el sol y ladrar.

Los girasoles le daban la espalda al sol, eso era su ruina, se secarían todos, perdería la cosecha que era lo único que le quedaba.

Se acercó entonces hasta cada una de las plantas acariciando las hojas acorazonadas y observó que todas ellas estaban mucho más vivas que nunca, mucho más sanas y frescas, incluso aquellas que ya estaban sentenciadas a ser arrancadas por sequedad habían brotado inesperadamente.

Cedrón seguía inquieto, como él.

Por algún extraño motivo que todavía no había descubierto, los girasoles hoy no miraban al sol sino que, por el contrario , le daban la espalda.

Mientras se desbroza la tierra hay tiempo para pensar y eso, en ocasiones como ésta, no era nada beneficioso; pensaba entonces en todo lo que tenía que contar, en todo lo que necesitaba una voz compañera, la soledad y el campo no hacen buenas migas y con ellos se agría la vida; seguía solo desde hacia mucho tiempo.

Hacia ya tanto que esperaba encontrarse con ella, de nuevo, que ya casi llegó a pensar que todo había sido un sueño, que ella no existía, que él mismo la había creado en un día de sol de justicia sobre su cabeza; hija de la soledad y el campo.

¿ No sería ella acaso otra de sus invenciones ?

Pensaba, para contestarse, que si hubiera sido totalmente una invención suya no la habría dejado marchar como se marchó, es del género estúpido hacerse sufrir a uno mismo.

Prefería pensar en ella como en alguien real a pesar de que, cuando lo hacía, le parecía incluso que Cedrón le compadecía y el indiano se lo reprochaba mientras le ofrecía un trago de aquel quitapenas del Perú.

El sol del mediodía le caía sobre la espalda como un tremendo par de banderillas que le hacían brotar el sudor a borbotones.

Se detuvo para refrescarse. Del viejo molino que bendice el terreno manaba el agua fresca que necesitaba para reponerse de aquel calor.

Cedrón andaba buscando roedores.

Con el agua fresca rezumando sobre su pecho recordó aquellos ojos de verde marino que refrescaban su vida tanto como el agua de este pozo y que tanto tiempo hacía que no veía.

La bebió a sorbos, como había de hacerlo, saboreando cada uno de sus detalles, recogiendo el melocotón dulce de sus mejillas, mientras sostenía con la mano la copa de sus dedos, tallados en cristal de roca azul.

Todo ahora se perdía en la grisura del tiempo.

Los girasoles habían dado la espalda al sol y no cambiaban de posición pero, observándolos ahora, había caído en la cuenta de que lo que hacían no era oponerse al sol sino mirar hacia el pueblo. No sólo los girasoles de su campo, sino los del valle, todos miraban hacia el pueblo, como si la fuente de calor, y la de la misma vida, estuvieran allí y no en el sol.

Ya era tarde y el trabajo por hoy ya estaba terminado, con un silbido de llamada Cedrón acudió rápidamente a enroscarse entre sus piernas.

-Nos vamos amigo.

Volvieron a desandar el camino bajo la sombra amable de las jacarandas , cuesta abajo, hacia casa.

Vivía casi a las afueras del pueblo, en una casa demasiado grande para un hombre solo, pero allí había nacido y allí probablemente moriría.

Era una casa con un gran jardín central repleto de azucenas, narcisos y un gran galán de noche, todo a la sombra del follaje de una gran parra y alfombrado con las amarillas flores del racimo de retama, en el extremo del jardín, el gran roble centenario , señor de toda la casa, a cuyos pies, en ese banco, escribía todas aquellas historias.

En el exterior de la casa había construido un gran banco de madera y un porche, allí hacía la vida prácticamente todo el año, mirando el campo, leyendo y escribiendo, viendo a Cedrón corretear por los alrededores, observando cómo el sol, al atardecer, pasaba por encima de su casa.

Justo al iniciar el camino de acceso a la casa vio sobre el banco de madera , oliendo las rosas de los grandes maceteros de barro, la figura de una mujer, desde tan lejos no quiso aventurarse a imaginar quién podría ser.

Los pasos se le hicieron más lentos y pesados, cada uno de ellos le traía una esperanza que no quería admitir, pero perdía el control de sus propios pensamientos , que con la velocidad indefinida de un deseo le hacían brotar todas las esperanzas del mundo. Cedrón llegó hasta la mujer y se dejó acariciar.

Los girasoles seguían mirando hacia su casa, como lo hacía él ahora, con una esperanza cogida en los ojos.

Desde tan lejos parecía ella.

Conforme se acercó esa esperanza se fue convirtiendo en real, era ella.

Vestida de lila, como siempre, con ese perfume tan dulce, con el verde marino de sus ojos, con el pelo recogido en un moño que dejaba al descubierto esa playa de arena fina de su cuello, tal y como la recordara, como si aquella última tarde no hubiera pasado nunca; sentada en el mismo sitio donde la vio por última vez, oliendo a jazmines como aquella vez.

Había soñado tantas veces que esto ocurriría así que pensó que el ladrido de Cedrón lo despertaría en cualquier momento.

Tenía una sonrisa llena de vida y la usaba, siempre, para darla y la ocultaba para quitártela; la vio alzar el rostro y dibujar en su cara ese sol de alegría que siempre se le clavaba en el alma.

-¿Podrás quererme de nuevo?
-Nunca pensé en dejar de hacerlo.
Toda la naturaleza del mundo estaba escrita en esas manos, las que se tendieron hacia él; le dio entonces la espalda al sol, la cogió dulcemente y la besó como siempre había soñado, con los ojos abiertos como los girasoles.

No había otra explicación, ni legendaria ni científica, él, ahora, entendía perfectamente porqué todos los girasoles del valle miraban hacia su casa.

Ella estaba allí.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Cartas que nunca recibí: Introducción

Soy la hoja de un árbol de hoja perenne y de mis brotes nacieron mis hijos Beatriz y Daniel quienes, como si de puntos luminosos estelares se tratara, guían mi vida desde entonces; ellos también son hojas de este árbol que han ido formando todos los que compartieron la sangre y la vida conmigo.
Cuando hace unos años recorrí los surcos de la savia de este árbol en su sentido inverso , es decir , hacia sus raíces me encontré con mis padres primero y me dediqué a anotar todo lo que recordaba de sus historias y sus vidas, y bajé luego hacia sus padres y hacia los padres de éstos.
Y las raíces se me pierden en el tiempo, los olvidos y los incendios en ocasiones fortuitos en otras provocados pero hasta donde llegué se me aparecieron como si me esperaran historias que de alguna manera llevo en la sangre.

Las cartas que nunca recibí de ellos son historias basadas en documentos tan fríos como partidas de nacimiento y otros que conseguí de las pilas bautismales, luego con estas manos inquietas y este atrevimiento, escribí las cuartillas que siguen. Gracias a todos ellos que supieron sobrevivir a la vida

viernes, 7 de diciembre de 2007

Las gotas del alba (5)

Huímos este hijo que no parí y yo, por tierras agujereadas por las bombas, vimos cadáveres alimentando alimañas, entre el olor agrio del azufre y los tejados quemados de las haciendas.

Fueron días ó semanas, en las que nos alimentamos de la comida que robé a los muertos, de los frutos que encontré aún sobre los árboles mientras el bebé sorbía de mis pechos lo que no había. Algún pobre cabrero, temeroso de todo, se apiadó de nosotros y nos ofreció leche en un cuenco y un lugar donde pasar unas de las noches. Pero debíamos seguir andando y huyendo, debíamos llegar al mar, a la costa de esta Francia arruinada de todas las cosas, por donde los caballos de hierro y los lanzallamas habían primero esquilmado los viñedos del Languedoc. Vimos gente llorando sobre la tierra como si esta estuviera muerta, como si le guardaran luto a las raíces del campo.

Enfermé de fiebres que me hacían temblar las pocas carnes que me quedaban, y los huesos me retorcían de dolor, caí rendida junto a una viña todavía viva pero pelada de frutos.

Desperté no sé cuánto tiempo después y sobresaltada busqué al hijo que no había parido y lo encontré sobre una improvisada cuna de paja a mi lado. Sólo sabía que allí había calor y que las fiebres y las tiritonas habían desaparecido.

-ah, il s'est déjà éveillé. L'enfant pleurait beaucoup mais nous lui avons donné du lait et il semble que c'était ce dont il(elle) avait besoin

Si, necesitaba leche y un hogar calentito. Aquella anciana ajada, me sonrió como si quisiera salvarme la vida, y lo hizo.

Recordé entonces las clases de francés de mi madre, en aquellas tardes verano en el patio de casa, entre las macetas mientras tendía la ropa. Llegó a obligarme a hablarle sólo en francés. Mi madre, cuánto habrá sufrido sin saber de mi.

Recobré las fuerzas y conseguí al cabo de los días levantarme de la cama. Era una casona de gruesos muros, con aperos de labranza casi por todos lados; cuando abrí la puerta de la calle la luz del sol me cegó y ví a aquel anciano arando tras la mula, paró un momento y me saludó con la mano y una sonrisa.

La casa había sido uno de los viñedos más importantes de aquella tierra de vinos. De los viñedos quedaron las ramas con las que nos calentábamos junto a la chimenea pero a Pascal, la ruina le hacía fuerte y se propuso devolver a los campos lo que los lanzallamas y las tropas de las esvástica le habían robado.

Me enseñaron a reconocer la silueta del monte Lozère y el macizo imponente de Canigou.

La casa estaba sobre una pequeña colina desde la que se divisaba al completo el viñedo inmenso al frente, a la espalda y a unos pocos metros por un camino de tierra surcado por los carros se llegaba a un pequeño pueblo , Saint Andrè de Roquelongue. San Andrés.
Allí empezó mi niño a andar. Allí empezó nuestra vida de nuevo.

Trabajé labrando y plantado viñas y compartí con ellos la alegría de los primeros frutos.

Les expliqué que tenía que volver a casa, que tenía otro hijo allí en España , al cuidado de mi madre y un marido del que no sabía hacía cuatro años.

De los francos que recogieron con la venta de las primeras uvas, me compraron un billete de tren y una maleta de cartón, algo de ropa para el niño y un poco de comida.

Los abracé con todas mis fuerzas, besaron al niño como si el futuro de todos nosotros estuviera en él, en ese bebé rubio y sonriente al sol del Languedoc.

-Maintenant j'ai dans vous d'autres parents


En el viejo autobus llegamos hasta Montpellier. Era imposible , lo sé, pero casi podía oler el mar de casa.

Juan Sansano en la vida de Miguel Hernández

DIARIO INFORMACIÓN
7-12-2007
Manuel Parra Pozuelo

Fugazmente pasó Juan Sansano por la vida de Miguel, pero su presencia en ella, aunque breve, no deja de ser reseñable y significativa.
La primera vez que su nombre aparece en letra impresa en nuestra ciudad es en el periódico del que era director y propietario Juan Sansano, también poeta y paisano de Miguel Hernández , que cuando apadrina al que denomina joven promesa, ha publicado ya dos libros de versos, prologados por el también orlecitano Justo García Soriano y por Salvador Rueda , conocido y prestigioso maestro de modernistas.
El olfato periodístico y la capacidad de anticipación de Sansano que ya en el primer texto en el que presenta a Miguel y que publicó en el día 15 de octubre de 1930, en una sección titulada «Por las rutas humildes» y subtitulada «Miguel Hernández, el pastor poeta orlecitano», le permiten utilizar la expresión que, acuñada por el periodista, fue la que designó a Miguel a lo largo de su vida. En el mismo recuadro se incluye un poema de Miguel titulado «La bendita tierra», en el que el joven poeta corresponde al aprecio y la estimación que le muestra Juan Sansano, con la dedicatoria del poema en la que le llama «eminentísimo poeta». También como muestra de su agradecimiento escribió Miguel otros tres poemas dedicados a su mentor.
En los momentos en los que Miguel Hernández escribió esos poemas no sólo sus presupuestos estéticos coincidían con los de Sansano sino que sus posiciones ideológicas eran, al menos, compartibles con los suyas, puesto que también otros personajes, como don Luis Almarcha y Ramón Sijé que también se relacionan con el joven poeta se ubicaban en ámbitos propios de la derecha o de la extrema derecha. Miguel Hernández no tenía, entonces, una adscripción ideológica ni política especifica y llegó a afirmar que se sentía fascista y comunista, expresando así su indefinición, quizá también causada por su ausencia de información y de referentes históricos asumidos personalmente.
En 1933, cuando Miguel ya ha publicado «Perito en lunas», que vio la luz el 20 de enero de 1933, y había regresado de su primer viaje a Madrid, que tuvo lugar entre el 2 de diciembre de 1931 y el 15 de mayo de 1932, está empezando a adquirir una personalidad definida, tal como deduce acertadamente José Luis Ferris , en su libro «Miguel Hernández. Pasión, cárcel y muerte de un poeta», de la carta que dirige a Juan Sansano en marzo de ese año, en la que afirma: «Ahí en Alicante se han quedado respecto a la poesía, como respecto a otras cosas, en Campoamor». El entorno en el que se movía el director de «El día no era precisamente progresista», en las elecciones municipales del 12 de febrero del año 1931, que dieron lugar a la Segunda Republica, don Juan Sansano se había presentado en una candidatura junto a un representante del circulo católico y los continuos ataques de su periódico al régimen republicano fueron la causa de que el día 20 de febrero de 1936, una multitud asaltó las instalaciones de su periódico, comenzando para él un periodo de contrariedades que se extendió a lo largo de la guerra.
Con la victoria de las tropas franquistas y de las tesis que había propugnado, Juan Sansano fue normado delegado de Prensa de Falange e incluso dirigió, aunque muy brevemente, el periódico Arriba.
Las iniciales coincidencias estéticas quedaron muy pronto olvidadas, Miguel evolucionó hacia paramentos de la poesía más actualizada y valiosa, y se posicionó ideológicamente en posiciones antagónicas a las de Juan Sansano, que posibilitaron su coincidencia con los paramentos estéticos y políticos de los vencedores en la contienda civil. Juan Sansano obtendría, tras la guerra, numerosos galardones poéticos y organizaría los juegos florales celebrados en Alicante en 1941, mientras Miguel Hernández estaba encerrado en las cárceles franquistas en las que moriría en 1942, aunque, tal como su protector presagió, su nombre figura en todas las historias de la poesía española y sus versos se incluyen en todas las antologías, mientras que a Juan Sansano sólo se le recuerda por su relación con aquel que murió encarcelado de modo tan injustificable y cruel, y tan cerca, físicamente, aunque tan alejado, política y estéticamente, de su primer valedor, que era, en aquel momento, reconocido y apreciado.
Manuel Parra Pozuelo

Mapa de la corrupción Urbanística en España




miércoles, 5 de diciembre de 2007

Nadie recordará este campo de Almendros

Recuerdo cuando por mis adentros viajaba la sabia que reverdecía mis frutos. Mis raíces eran profundas de siglos y en aquella primavera de hace tanto las flores, como con prisa, se fraguaron en almendras que todavía verdes arrancaban aquellos pobres.

Los vi repartirse el fruto verde aún de mis ramas, era grande el hambre y aún más el frío y la humedad de aquellas tardes de llovizna y sombria en este campo donde yo y mis compañeros habíamos vivido sin alambradas tanto tiempo.

Ahora nos han acorralado con alambres de espinos y estas pobres gentes vencidas y desarmadas, apoyan sus espaldas rotas sobre nuestros troncos.

Los veo y quisiera que la tierra me diera la fuerza para reverdecer de nuevo los frutos y que éstos maduren aún más a prisa para darles de comer.

Vi parir niños entre los matojos, vi morir gentes de hambres o con los estómagos destrozados, vi desmembrar a palizas a algunos de ellos.
Lloré rocio todos los días.

Los humanos tienen sentimientos y rencores que no les vienen dados por la propia naturaleza.

Barbarie, presos arapientos, sin futuro cierto o terriblemente cierto frente al cañón asesino de los fusiles.

He visto cosas que no puedo contar pero , lo juro, intenté en aquel abril dar frutos hasta tronchar mis ramas, quise darme por ellos, aliviarles el hambre y la desesperación.

Alguno de mis compañeros se ofreció como leña que aliviara las noches de frío de esta primavera especialmente cruel.

De todos aquellos hombres quedan aún hoy muchos marcados por el dolor de un olvido y , sin embargo otros no recuerdan o no quieren.

De todos aquellos almendros sólo quedo yo, pero estoy viejo y cansado y de mis ramas ya no florece más que alguna señal de vida, eso sí hay una señora que viene y me riega de vez en cuando, la lluvia escasea. Y mi sabia intenta ascender pero se queda en el intento.

Pronto vendrán las máquinas que los hombres han inventado para destruirnos y me llevaran en pedazos a cualquier montón de cadáveres grisáceos.

No serviremos ya ni para hogueras que alivien el frío, simplemente quedaré amontonado en esa fosa común de almendros.

Nadie recordará.

martes, 4 de diciembre de 2007

Breve noticia de aquí

Una tarde lluviosa de finales del Marzo de 1939, las tropas italianas de la brigada Littorio al mando de Gambara entraron en Alicante acorralando a los miles de republicanos, de españoles, que ansiaban la llegada de un barco con el que partir hacia el exilio, única huída de una victoria de los sublevados.

Después vino el penoso peregrinar hacia el Campo de los Almendros donde los hacinaron y humillaron.

El Campo de los Almendros fue un campo de concentración al más puro estilo fascista y aunque hoy nos parezca que estuviera más allá de esta tierra, en un lujar ajeno a nosotros, estaba ahí mismo, en la Goteta, nuestra Goteta.

La Comisión cívica de Alicante para la recuperación de la memoria histórica, en estos años de trabajo casi en obligado silencio, ha removido conciencias y levantado orgullos hasta conseguir del Ministerio de Fomento la subvención necesaria para levantar en tal lugar un memorial que, al menos los alicantinos, todos los alicantinos, debemos a aquellas mujeres y hombres que sufrieron allí vejaciones, hambres y horrores de suicidio.

Desde que se consiguiera esta subvención la Comisión Cívica de Alicante ha intentado de mil y una maneras, y siempre dentro del respeto a las instituciones gobernantes de nuestra ciudad, la aceptación del permiso de obras correspondiente para poder comenzar a levantar este memorial.

El hecho tiene en sí mismo el tinte político que debe tener, no cabe duda, pero es que no es una hipótesis histórica, no es un revanchismo, no es interpretar la historia para hacerla coincidir con una ideología. Son los hechos , tal y como ocurrieron.

El Excmo. Ayuntamiento de Alicante, no sabe y no contesta, sino todo lo contrario, estira el tiempo hasta límites insospechados.

Si Alicante, si los alicantinos, dejamos perder esta oportunidad de poder recordar a todas aquellas personas que lucharon por lo que hoy somos, y esto ocurrirá en Marzo de 2008, será para Alicante, para los alicantinos, la mayor vergüenza, no sólo política sino ciudadana, de ti y de mi.

Es decir que ha llegado el momento de hacer algo más que presentar por registro en el Ayuntamiento solicitudes de audiencia y de asumir un vuelva usted otro día.

Nadie hará por Alicante , lo que no hagamos nosotros mismos.

Y me refiero no sólo a escribir en los periódicos, que están en su derecho de publicar o no; digo salir a la calle, de nuevo.
De protestar, de decir bien alto que Alicante está vivo, que quiere no caer en la vergüenza nacional del olvido a estas gentes.

Muévete alicantino o nos quedaremos parados para siempre, viéndolas venir. Aprendamos de todos aquellos que lucharon con la palabra y los actos , digamos que ya basta, dejemos a los políticos y sus alejandrinas discusiones, hagamos algo.

Plantemos almendros donde los hubo y tumbémonos sobre el suelo atados a ellos; hay tantas memorias que nos piden a gritos hacer algo.

Estudiantes ¿sabéis lo que es reclamar una justicia?; obreros ¿sabéis que entre las raíces de los desaparecidos almendros anduvieron nuestros abuelos y nuestros padres?; gentes, ¿creéis que las almas de unos son mejores que las de otros?; Alicantinos ¿dónde está nuestra vergüenza?.

Yo, voy a plantar un almendro como me han obligado a hacerlo, a hurtadillas, con nocturnidad, pero me amarraré a él hasta que me encierren pero no aguanto más esta injusticia, esta vergüenza, la propia y la ajena.

¿Qué harás tú?

lunes, 3 de diciembre de 2007

Las gotas del alba (4)

A los cuatro o cinco días de permanecer allí encerrada junto a las demás y ya con el pelo al cero y avergonzadas en lo más íntimo, comenzaron a acercarse a las alambradas gentes que entendimos todas que venían a socorrernos.

Entre la gente la mayoría eran mujeres y algún hombre; se acercaban al cercado sobre las seis de la tarde cuando la noche empezaba a abrirse quizás como precaución aunque los guardias nunca les dijeron nada y eran totalmente conscientes de lo que estaba sucediendo.

Muchas de esas gentes nos cambiaban oro, joyas y ropas por comida que nos entregaban a través del acero de las vallas.

Al otro lado de la cerca donde yo estaba siempre se llegaba una mujer rubia y joven, muy rubia; creo que intentó explicarme que sólo quería ayudarme, me traía prácticamente todos los días un par de manzanas.

Con el francés que yo hablaba y el poco que ella entendía pudimos entendernos.

Aquel rato en el que Helenn venía a la alambrada se había convertido ya como el rayo de sol de todos los días, me contó que su marido estaba en el frente y que la última vez que supo de él fue hace como siete meses, dos antes de que su hijo naciera. Le había enviado muchas cartas pero nunca le contestó nadie.

Era un niño rubio, de ojos azules y la única cosa bella que había en aquel campo.

En varias ocasiones le dije que tuviera cuidado, que corría peligro cuando se acercaba al campo, que los soldados eran unos bárbaros y no iban a respetar ni a ella , ni a su hijo.

Que habíamos visto lámparas hechas con la piel de algunas de nuestras compañeras muertas y otras atrocidades. A pesar de la fruta que me traía, le rogué por su Dios que no volviera.

Pero continuó viniendo, con sus dos manzanas.

Helenn me contó que donde ahora estaba el campo de concentración antes había un prado verde hermosísimo por el que paseaban ella y su marido soñando cómo sería formar una familia.

Cuando llovía el agua permanecía entre las hierbas durante horas mientras se deslizaban lentamente hacia el centro del valle (señalándome los crematorios) y allí, se juntaban en un pequeño lago al que acudían las mariposas blancas y las libélulas.

Luego florecían margaritas que pintaban descuidadamente de amarillo el valle y bajo ese árbol (me señala donde ahora cuelgan dos que intentaron la fuga) veíamos atardecer lentamente.

Uno de aquellos días vino especialmente asustada.

Los soldados están huyendo del pueblo, parece que vienen los vuestros.

Mi corazón se alteró, creí en la vida.

Ahora sí temo por mi y por mi hijo…me dijo..ahora creeran que soy una de esas que se ha hecho rica con vuestros dientes de oro y vuestras joyas, quizás me maten a mi y a mi hijo.

Tranquila, intenté calmarla, los que vienen no son como estos bárbaros, los que vienen sabrán hacer las cosas bien.

A mitad de aquella noche y entre tiros y sirenas nos cobijamos bajo los camastros. Ya están aquí, gritábamos todas, ya están aquí.

Y de momento el silencio.

Al cabo de un tiempo y con un estruendo seco se abrió la puerta y entraron unos soldados que nos hablaron para calmarnos, tranquilas todas, somos de los vuestros, todo ha terminado, estáis a salvo.

No sé porqué pero abracé a aquel muchacho y lo llamé hijo.

Gracias, hijo.

Me acordé entonces de Helenn y pregunté al capitán de la división por los sucesos del pueblo.

Trabajaron duro los lanzallamas anoche, no creo que ya os vuelvan a molestar nunca más.

Pero….¿entonces? ¿todos están muertos?

No creo que en ese infierno quede nadie con vida.

Pedí permiso para acercarme hasta la pequeña granja que Helenn tenía a las afueras del pueblo.
La casa estaba medio derruida y con la puerta abierta.

Temí lo peor pero entré a oscuras hasta tropezar con el cuerpo desnudo y atado de pies y manos de la pobre Helenn.

No encontré al niño hasta que fuera, junto al manzano oí como muy lejano el llanto del niño.
Helenn lo había ocultado debajo de la carretilla de labranza.

Lo cogí en brazos e intenté calmarlo.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Las gotas del alba (3)

Luís y yo éramos tan profundamente distintos que he llegado a pensar, en ocasiones, que la genética sería capaz de demostrar que nuestros padres no habían sido los mismos.

Luís era un joven alto de tez clara, delgado pero fuerte, con el pelo rubio y liso que solía mojar para oscurecerlo; tenía los ojos azules como ninguno de nosotros aunque , como buscando una excusa , la abuela decía que un tío abuelo suyo los tenía igual.

Era guapo, pero como extranjero. Como los maizales rubios.

Recuerdo que en una ocasión , bañándonos en el Postiguet, un guardia le llamó la atención, en el mejor inglés que pudo , cuando jugábamos a la pelota incordiando al resto de bañistas; todos nos reímos a carcajadas menos Luís. Todos pensábamos lo mismo de Luís.

A mi, sin embargo, el pelo se me acaracolaba en las orejas, como al abuelo, tenía la piel morena , como la abuela, y según ella, era más barato comprarme un traje que invitarme a comer. Era un tragaldabas, y así estaba, con piernas como perniles y más ancho que alto.

Mis ojos eran iguales a los del abuelo, marrones, como de aquí.

En cuanto al carácter las diferencias eran aún mucho más profundas. Mientras que a mi me encantaba ser el payaso de la fiesta, incluso burlándome de mi propia panza, Luís procuraba pasar inadvertido si es que la asistencia era obligada aunque, la mayoría de las veces, se quedaba tumbado en la habitación. Tiene el alma perdida, decía la abuela.

Yo simplemente creía que se trataba de un aburrido, es que ni siquiera leía, sólo se tumbaba en la cama y , al cabo de un rato, soltaba su famosa frase sobre la mierda y el mar. Nunca a razón de nada, pero la soltaba.

Las chicas le perseguían como golondrinas y tuvo pronto sus primeras experiencias sexuales, ninguna de ellas amorosas porque Luís, decía que no creía en el amor. Yo, sin embargo, sufría por el amor idílico, por imposible, de la vecina del número seis. Hija de los fruteros, morena, graciosa , de ojos verdes y de una sonrisa que me tenía a comer de su palma, pero , imagino , prefería mil veces a Luís que a mi físico.

Luego decían ellas que preferían un hombre inteligente y que era más importante el interior que simplemente el físico; y una mierda.

Que me lo pregunten a mi.

jueves, 29 de noviembre de 2007

Las gotas del alba (2)

Junto al aljibe centenario en otros tiempos receloso vive desde siempre en el rincón una parra de uva blanca. Su sombra cubre ahora la mitad del patio y del dulzor de su fruto está mi niñez preñada.

Cuántas veces sorteando jazmineros, geranios y margaritas , en blanquiazules maceteros de barro, corrieron mis días mientras la abuela , siempre de pelo recién nevado, tendía sábanas de lino y ropas en los cordeles de esparto al olor de ese jabón de jazmín que aprendió a hacer cuando casi de niña en Argel, mercadeaban con él o simplemente lo cambiaban por una barra de pan.

Los canarios y jilgueros nos cantaban conciertos de trinos imposibles dándose paso uno al otro como improvisando la sinfonía inédita de cada verano.
Yo creo que Luís también se fijaba en todas estas cosas aunque nunca nos dijimos nada al respecto, ni siquiera en esos ratos de siesta traicionada cuando el olor de los jazmines creaba fantasmas maravillosos que deambulaban por nuestro cuarto interrumpiendo mi lectura para inspirar y el aparente no pensar en nada de mi hermano.

Luís nunca pensaba en nada. Ni siquiera cuando parecía que lo hacía.

Siempre he creído que al ser él cuatro años mayor que yo los recuerdos que en mí no quedaron de aquello en él , sin embargo, calaron profundamente de ahí, creo, nacieron sus silencios y su aparente frialdad, manteniéndose ajeno prácticamente siempre , excepto cuando , de vez en cuando y como si de ese estado de reflexión silenciosa obtuviera una conclusión definitiva me soltaba “esta vida es una mierda tan grande como el mar”.

A mi el mar me parecía enorme.

Desde la escollera del puerto a donde el abuelo nos llevaba a pescar doradas, el mar, efectivamente no tenía fin. En una tarde clara , como lo eran casi todas, a la derecha de mi atalaya, bajo el faro sideral, llegaba a ver el cabo de Santa Pola. Un poco más a la izquierda y casi flotando entre el mar y el cielo la pequeña Isla de Tabarca, de la que tantas historias contaba el abuelo mientras jugaba al dominó en el casino del barrio.

Desde la isla y girándome hacia la izquierda todo era una línea de horizonte hasta llegar al Cabo de las Huertas y yo, como heredero y príncipe de todo aquello, permanecía en el centro de aquel semicírculo que forma la bahía.

Luego nos contaba el abuelo que más allá de aquella línea de horizonte estaba el otro lado que era como mentar la pena , las chinches y el hambre y al abuelo se le oscurecía el ceño y, creo que, en alguna ocasión, se le escapó algo del zumo amargo de sus ojos.

Era un tema del que casi no se hablaba en casa más que cuando tras insistir la abuela nos enseñaba su álbum de fotografías y recortes y siempre indirectamente. Nunca, nunca se pronunciaba el nombre de Argel.

Ésta, decía mientras besaba la fotografía, era mi hermanita , murió en el viaje. Esta era la celda que teníamos allí. Fíjate que guapos y felices estamos en esta, fue el día de las elecciones, en abril, antes de que todo pasara, ocho años antes de tener que irnos.

El abuelo, envuelto, en el humo de su cigarrillo se asomaba por la ventana que daba a la calle viendo a la gente pasar, sin decir apenas palabra, callando como una pena.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Las gotas del alba (1)


El retorno a la tierra ha sido tan sentimental, y tan mental, y tan divino,
que aun las gotas del alba cristalina están
en el jazmín de ensueño, de fragancia y de trino

Ruben Darío – Retorno
Suben ahora la escalera hacia la primera planta con un peso firme en los pies, soportándose la subida en la barandilla de madera, clavando las manos a cada tramo.

No hay más luz que una bombilla moribunda amarrada sobre los cables colgantes del techo.

Hay escalones desmembrados y otros con las marcas del paso del tiempo y las gentes.

Las paredes de papel con el terciopelo desgastado han perdido los cuadros que la adornaban quedando de ellos la antítesis de sus sombras.

Marcada la estancia a fuego del claro oscuro paso de ese tiempo en el que ambos se deslizaban por el tobogán prohibido del pasamanos hasta caer estrepitosamente junto a la puerta de salida por la que entraba el calor sofocante del junio de aquellos años.

¿Cuánto hacía que no habían estado ahí?. ¿ Quizás quince , veinte años ?. Quizás demasiado.

Antes de subir habían estado en el salón con el abuelo Juan, tan enhiesto , tan sobrio y espigado, tan de pocas palabras, como siempre. Solo les dijo, con la voz atronadora que le salía del pecho cargado de picadura de tabaco, “Se muere”.

No había duda, no la tenían, incluso antes de que el abuelo Juan lo sentenciara. Sabían que aquella llamada que recibieron el día anterior no podía tener otra excusa. El abuelo Juan no era de visitas y mucho menos propicio a llamadas de cortesía.

“Me pidió que os llamara, y por ella lo he hecho”.

El abuelo Juan se quedó en el salón, meciéndose casi a oscuras, liándose un cigarrillo. Como si les despreciara.

Una vez arriba, el distribuidor, con su mosaico en forma de flores exóticas sobre el suelo, daba acceso a la habitación principal que tenía la puerta entreabierta, a un aseo y a una tercera habitación que había sido la de ambos hacía tantos años.

La lámpara de araña seguía en el centro del distribuidor, con sus reflejos de arco iris sobre las paredes y su tintinear al paso de los tranvías de antes sustituidos ahora por el trabajo casi continuo en el edificio en construcción que, frente a la casa, le había cegado de luz y de la brisa del mar.

Sobrevolaba como siempre, ese perfume de jazmines del jabón de la abuela que les despertaba cada mañana. Lo hacía en un tacho de zinc en el patio de la casa con las flores recogidas del jazminero del porche y la sosa que el abuelo le compraba a Vicente el de las drogas y un poco de la sal marina de los Saladares, luego con la grasa y el aceite sobrante de las comidas añadía la esencia del jazmín.

Las tardes del jabón se prohibía la entrada de los niños al patio y la casa se inundaba del olor dulzón y fresco del galán de noche.

La habitación donde tantos días habían dormido continuaba exactamente igual, tan limpia, con las camas recién hechas, como esperando su vuelta.

Los juguetes ordenados sobre el suelo, el balón de cuero remendado, las cometas de papel y cañas, algún cordel de peonza y las obras completas de Julio Verne.

martes, 27 de noviembre de 2007

Futuros arquitectos, una ciudad para las personas

Desde la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alicante y a través de mi buen amigo Ruben Bodewig, nos llega esta emocionante y esperanzadora noticia:
Estimados amigos:
Desde la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alicante se está gestando una plataforma que defienda los intereses del ciudadano ante los atropellos a los que nos vemos sometidos, tanto en el aspecto de la vivienda, como en el urbanismo y el territorio. Se trata de crear un colectivo que analice, reclame, proponga y se movilice ante situaciones de interés que se produzcan. No pretende sustituir, ni reemplazar a ninguna otra plataforma.

Propone sumar un soporte técnico y profesional, y la perspectiva de la investigación universitaria, para que ofrezca un argumento sólido y creíble hacia quienes toman las decisiones (administración, empresas...) Al igual que cuando vemos un estudio publicado por una universidad sobre investigación química, médica, sociológica, económica... le damos una credibilidad inmediata, queremos posicionarnos también como un departamento universitario que puede proponer, investigar y denunciar, estando al lado del ciudadano y ofreciéndole todos los recursos que nos sean posibles. El curso acaba de comenzar, y de momento, tenemos ya preparada la plataforma, su funcionamiento, logotipos, web... pero estamos preparando un lanzamiento para darnos a conocer. Sin embargo, a muy corto plazo (3 o 4 semanas) queremos comenzar a recibir propuestas de la ciudad y la provincia, ya que consideramos vital para nuestro funcionamiento la colaboración con el ciudadano y las plataformas existentes. Vamos a contar con el apoyo de arquitectos alicantinos, profesores, técnicos de la Universidad, y especialistas de diversas ramas (economía, derecho, biología...) aprovechando nuestros vínculos con el resto de facultades para lograr unas propuestas y estudios más reales y creíbles.

Queremos constituir un instrumento de presión, denuncia de situaciones inadecuadas y ayuda a la mejora de las ciudades. Estamos cansados de mirar callados la situación actual, y no hacer nada al respecto. Sobretodo dentro de nuestro ámbito. Ya os iré explicando cómo funcionaremos, pero tendremos dos ramas: una de gran escala, que será la que proponga estudios técnicos y proyectos para mejorar la ciudad, que irán dirigidos a ser mostrados en prensa, administración... haciendo presión y mostrando que hay un modo diferente de plantear la ciudad; y otra de escala ciudadana, que organizará un "activismo positivo" desde la calle.

Desde manifestaciones, a reparto de folletos, concienciación ciudadana, acciones urbanas, o por ejemplo, reutilización de solares para denunciar y llamar la atención sobre la falta de espacios públicos de calidad. Pronto sabréis más de nosotros, de nuestros mecanismos y de nuestras posibilidades.Os ruego tratarlo con cautela y no difundirlo todavía, ya que esperamos darnos a conocer con un programa muy estudiado de salida a los medios y acciones en la calle para denunciar situaciones que no aceptamos. De momento, nadie nos conoce, y esto juega a nuestro favor. Estad atentos a un logotipo de "caracolas naranjas".
Todo mi humilde apoyo a estos jóvenes y futuros arquitectos que buscan, al fin, una ciudad de Alicante pensada para las personas.
Algo pasa en Alicante, a la vista está.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Armas y bagajes

Permítaseme la licencia de dedicar hoy a la persona con la que comparto mi vida , vida que no es mía sino de ella, pues ¿qué es la vida sino esa felicidad que me das?.
Armas y bagajes
Cuando creo que vivo
del aire que mi cuerpo anhela
llegan como echándose en falta tus ojos.

Y es con ellos en los míos
cuando siento, entonces sí
que vivo y aún más.

Malqueriendo sin ellos vivirla
no abrazo sino observo
el interminable nacer y renacer
de tus miradas

Mientras el fin canela de tu sonrisa
me corona, con sus armas y bagajes
rey de la creación inacabada

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Cartas que nunca recibí: Paloma, Alicante, 25 de Mayo de 1938


La única bandera de la guerra es del color de la sangre de los que mueren en
ella


A mi madre le habían dicho que hoy era un día especial; dicen que llegaría al puerto un barco cargado de sardinas y algún que otro alimento del que hacía tiempo no teníamos noticias.

De cualquier forma me gustaba bajar con mi madre al mercado, sobre todo en primavera. Me alegraba el voceo de los puestos, los olores a fruta, la horchata fresca del kiosco y ver a la gente como si no pasara nada.

A mi hermana pequeña también le gustaba bajar pero por las gracias que le hacía el lañador de la plaza de toros que siempre le tenía guardado algún muñequito de barro cocido. Hoy le tenía guardado un colgante de cordón negro con una paloma de barro.

Mi madre vestía todavía de negro, el abuelo creemos que murió hace un año por las noticias que nos llegaron de algunos que volvieron del frente.

De mi padre no teníamos noticias desde hacía ya varios meses; también vestía de luto por eso.

Así que con todo me quedé de hombre de la casa a pesar de que sólo tenía doce años . Por un lado a mi madre le hacía falta un hombro para llorar y a mi hermana una mano más grande que la suya para sentirse segura.

El lañador le dijo a mi madre que se apresurara al mercado porque la sardina estaba al llegar; aquel hombre sin dientes siempre nos trató como si fuéramos de su familia.

Cuando llegamos a las calles cercanas al mercado de verduras mi madre se quedó parada con la mano en el pecho. Le pregunté y no contestó; luego, como disimulando, me dijo que no soltara la mano de mi hermana que hoy habría mucha gente no fuese a perderse.

Todos estaban allí, era un día especial, efectivamente.

Aguardamos en la puerta junto al resto de niños, le dibujé una rayuela a mi hermana y la tuve entretenida , era una niña, yo, mientras, me encendí la única colilla que había conseguido sin que mi madre se diese cuenta.

Cuando salió mi madre sólo llevaba en el capazo de esparto tres manzanas; nos dirigimos entonces al mercado central. Mi madre me miró como preguntándome si las olía y le sonreí, ya habían llegado las sardinas. A mi hermana le hicimos apresurarse y no entretenerse mirándose en todos los escaparates con la paloma colgada al cuello.

En estas calles hay siempre un olor agridulce de restos de frutas pisadas y algún olor a melocotón que se confundía hoy con el olor tan característico del pescado; con estos olores y un poco de agua hubiéramos hecho la comida del lunes.

Poco antes de entrar por la puerta del mercado comenzaron a sonar las sirenas. ¡No!, gritó mi madre, ¡hoy no!. Si hubiera estado sola estoy convencido de que habría entrado a llenar el capazo de comida pero corrimos como el resto de la gente buscando el refugio. Oímos cómo las bombas empezaron a caer sobre el puerto mientras el suelo de las calles temblaba. El ruido era cada vez más cercano , mi hermana se paró en seco. Se le había caído el colgante de la paloma y se paró a recogerlo. La gente nos empujaba aterrorizada mientras las veíamos caer del cielo las bombas negras con ese ruído silvante. Me separé de mi madre para no perder de vista a mi hermana..

Los rugidos de las bombas ya nos caían encima mientras los cascotes y los gritos nos rodeaban por todas partes, cogí a mi hermana de la mano fuertemente y echamos a correr hacia el refugio, las aceras ya estaban manchadas de sangre , vi trozos de cuerpos esparcidos por el suelo y gente que se había quedado paralizada sin poder moverse, mientras a nuestro alrededor caían trozos de chapas, metralla y cascotes de los edificios.

Vi bajar los escalones del mercado la sangre de los que habían muerto dentro mientras corría pisoteando charcos ensangrentados.

Corrimos y corrimos tanto como pude. Cuando llegamos a la esquina del refugio me giré para sonreir a mi hermana y calmarla un poco.

Sólo tenía un trozo del brazo de mi hermana.

El tiempo entonces se detuvo, no sabía si gritar, llorar o correr. De la mano inerte de mi hermana colgaba el cordón negro.

Si no fuera por el turno de noche lo de trabajar con ordenadores sería un paraiso.

Los ordenadores no discuten, sea para bien o para mal siempre hacen lo que les dices aunque en ocasiones he llegado a pensar que tienen vida propia.

Bueno ya sólo faltan diez minutos para que llegue mi relevo; la noche ha sido especialmente tranquila y eso , la verdad, no es bueno porque uno se amodorra y ve pasar las horas una detrás de otra. Para estas noches de vigilia casi monacal vengo preparado con algún libro de forma que aprovecho y leo entre tarea y tarea.

Me llamó el guardia de la puerta para decirme que llovía. Noticia inédita en esta ciudad y más aún en mayo. Me vino a la cabeza de inmediato que de los trescientos sesenta y cinco días del año, los treinta que llueve, yo voy y cojo la moto para venir a trabajar. Los otros quince son los que yo aprovecho justo antes para lavar el coche.

Bueno, ya llegó el relevo mojado y con cara de sueño. Lleva cuidado, me dice, junto al matadero hay un charco de profundidad desconocida.

Esta ciudad no está preparada para la lluvia.

Cuando salgo el guardia de la puerta con un gesto me dice algo así como ya te lo avisé, llueve.

Bueno, iremos con cuidado y sin tonterías, sólo me espera la cama y no tengo prisas.

Conforme me acerco al matadero veo, efectivamente, un charco como un lago en el que se refleja como en un espejo el puente que lo sobrepasa por encima, intento bordearlo por su margen derecho pero la pequeña curva que forma la carretera me lleva al suelo y de golpe seco contra el muro del puente.

Nunca antes había sentido un dolor tan agudo, tan intensamente horrible, no pude gritar y , al final, me desmayé.

Oí a lo lejos a alguien que me preguntaba el nombre a lo que sólo puede contestar, “me duele”.
No sé si han pasado horas o días pero lo primero que he visto al despertar ha sido la ventana de la habitación del hospital y el sol dándome directamente en los ojos.

No puedo moverme y no siento la pierna derecha.

Comparto habitación con un anciano que todavía duerme.

Estridente y sin pudor entra en la habitación una enfermera rolliza y de carnes prietas y al grito de “venga chavales a enseñarme el culo”, despierta al pobre anciano y a mi me retuerce la vergüenza. Vaya, ya se ha despertado el señorito me mira y me dá una palmada en el culo, venga que te voy a poner bueno.

A la estúpida pregunta de ¿qué hago aquí? Me responde con una risa y la noticia de que mi cadera derecha era un puzzle de cien piezas pero que creen que las han vuelto a colocar cada una en su sitio aunque eso ya lo veremos cuando vuelva a andar, si vuelvo.

Me quejo porque me duele, no sé si más el pinchazo o la cadera. Menudo quejica, a ver si aprendes de tu compa , no dice ni mu, ni cuando le pincho, ni cuando le cambio las sábanas y , además, tiene lo mismo que tú pero con sesenta años más.

El anciano de al lado tiene una mirada azul y triste. Lo giran hacia mi y le inyectan sin piedad un nolotil inyectable que sientes como te va corriendo por las venas abriendo paso. Pero el anciano no ha movido ni un músculo de la cara.

Vaya pareja de dos, insiste la enfermera, más solos que la una, como no consigas que el abuelo te hable acabarás en el sótano del edificio como el último que estuvo en tu cama, chaval. Tienes aquí para rato.

Una vez abandona la lucha la enfermera rolliza me quedo mirando al anciano de al lado que me mira fíjamente sin decir nada. Me llamo Juan, le digo, y tuve un accidente con la moto cuando salía de trabajar, mala suerte, ¿verdad?, es que elijo siempre ir en moto cuando llueve, soy así de desgraciado. Pero bueno, sólo me he roto la cadera, podría haber sido peor. El anciano de al lado parpadea pero no contesta. El nolotil empieza a hacer efecto y el sueño me vence.

Cuando despierto el anciano de al lado sigue mirándome fíjamente sin decir nada.

No sé cómo habrá adivinado mi desasosiego pero el milagro se produce y el anciano me dice que llame a la enfermera para que me coloque la palangana.

No te preocupes, me dice, el que estuvo antes que tu se murió de viejo y no de aburrimiento, sólo lo hago para evitar hablar con esa bruja. Pues ya me tranquiliza.

El anciano de al lado sólo tiene un libro sobre la mesilla y evita ver la tele. Me dice que es “El rayo que no cesa” de Miguel Hernández a lo que con vergüenza le contesto que no lo conocía.

A pesar de las conversaciones más o menos profundas que mantuvimos a lo largo de esos meses, nunca vi al anciano de al lado sonreír ni siquiera una vez. Seguía teniendo esa mirada azul y triste que le vi el primer día. Creo que , de alguna manera, llegué a querer a aquel viejo.

Quizás porque los dos estábamos solos, quizas por la tristeza que ambos llevábamos dentro. No sé, había algo en él que me hacía tenderle los brazos para sosegarlo.

Una mañana de junio me desperté y no estaba. La enfermera rolliza entró como limpiándose los ojos y me entregó un paquete envuelto en una bolsa de plástico. Esto era todo lo que tenía, me dijo que te lo diera en el caso de , bueno, ya sabes. Murió anoche, era muy mayor.

Un reloj de bolsillo, “el rayo que no cesa” y un colgante de barro con forma de paloma.

Eso fue todo.
Ilustración
Mercedes Comellas Ricart, 13 años. [Bombardeo]. Francia. Centro Español de Cerbere. "Esta escena representa un bombardeo / cuando la gente desde un refugio están / con los puños levantados diciéndoles maldiciones

martes, 20 de noviembre de 2007

jueves, 15 de noviembre de 2007

Vivir para contarla - Parte 1

Dispenseme la arrogancia de usar este título pues ya lo hizo Don Gabriel García Márquez para sus memorias pero me parecieron tan a propósito que no pude evitarlo.

Y siguiendo con los clásicos como decía Don Ernesto Sábato, "Vivir consiste en construir futuros recuerdos" y como digo yo mismo "El recuerdo es un deber del presente y un derecho del ausente".
Y depués de estas lapidarias el lector ya se ha debido dar cuenta de que esto va de inventarios y resúmenes por lo cual le recomiendo , en este punto , cerrar la ventanita del explorador, si este tipo de narración le aburre, o continuar si le viene a bien, sabiendo que el tiempo que permanezca el lector en esta página engrosará alguna de esas estadísticas que los jefes de internet manejan y controlan a su antojo favoreciendo mi popularidad, sin duda.

El jueves, 25 de Abril de 1.963 fue día de Santa Faz (para los foráneos explicaré que es fiesta grande en Alicante en la que , con la excusa religiosa, se hace una romería hasta un caserío cercano en el que se venera la reliquia de la Faz Divina y alrededor del cual se celebra feria) , por lo que la mayoría de los vecinos estaban de romería y pude armar el estruendo propio del nacer sin alterar la vida vecinal.

Mi madre me parió en casa, como se hacía antes, con la matrona que la ayudó y al nacer sintió una pequeña decepción al comprobar que no era niña (esto me lo dijo años después). Era el tercer machote de la saga y ya correspondía hembra.
A mi hermano el mayor le llamaron José Antonio en honor a los dos abuelos, al segundo Victoriano (aunque él ahora se haga llamar Victor) por mi madre y a mi Daniel Ramón el primero por mi padrino ,que lo fue únicamente el día del bautizo, y Ramón porque era el segundo nombre del abuelo.

Para tranquilidad de todos luego , tres años más tarde, nació mi hermana Vicky y luego , como un desliz que agradecemos ahora todos, mi otra hermana, Toñi.
Siguiendo conmigo que soy , al fin, el personaje principal de esta narración, de mis primeros años no recuerdo nada en absoluto, lo cual no me preocupa porque le pasa a todo el mundo y no es nada anormal. De aquellos años tengo recuerdos que no se si son míos o los heredé de mi madre, de las gracias que hice, y de las cosas que dije y, eso sí, un recuerdo imborrable en la sien derecha, cicatriz de un accidente con mi triciclo con volquete al tomar la curva inmediata a la gigantesca puerta de la calle del Marques del Bosch y que por esas inexpugnables leyes de las fuerzas centrípetas me hizo caer golpeándome con el cerrador de hierro.
Según mi madre estuve un buen rato inconsciente. Según yo, he seguido inconsciente durante algunos años , pero de otra manera.


Mi abuelo paterno José Moya Saez, durante las milicias


Salvando las distancias temporales y de otras magnitudes, mis padres tuvieron una vida tan trashumante como la de los Machado pues fueron cambiando de casa conforme aumentaba la familia y la prosperidad del señor de la casa, es decir mi padre, progresaba en los distintos trabajos que tuvo (algunos de ellos de forma paralela).




Heredad La Marquesa (Rojales) , donde nació mi abuela





Mi abuela paterna Maria Fernández Lillo



Entre otros mi padre fue albañil en la urbanización de la Rambla, cobrador de tranvía, trabajador en la fábrica de gomas y muchas otras cosas. Mi madre, que también trabajó para socorrer a la mesnada trabajó limpiando el suelo pío de la Concatedral de San Nicolás hasta que con una barriga prominente en la que yo debía de encontrame la mar de agusto y arrodillada limpiando dicho pío y santo suelo, se compadeció Sor Adelina de ella e hizo todo lo posible para que mi padre abandonara los trabajos que tan pocos sueldos le reportaba para recomendarlo a un puesto de conserje en la recién creada Caja de Ahorros Provincial.



Mis abuelos maternos en el Barrio de Santa Cruz

Mis padres y mi yaya María



Así, de esta santa manera, mi familia pasó a vivir mejor y a labrar un futuro familiar en dicha entidad en la que luego, con los años, entraría mi hermano mayor (q.e.p.d.) como botones ascensorista en el flamante edificio de La Rambla, el Edificio Provincial. Allí precisamente fue donde mi pater conoció al ilustre pintor Gastón Castelló y que en agradecimiento por las atenciones que le otorgó le regaló una preciosa acuarela "Fondamento tre ponti" que ha sido, al fin, lo que heredé de mi padre, a parte del ser.

Años más tarde mi hermano Victor (porque así le gusta que le llamen) hizo las oposiciones para auxiliar administrativo de la CAPA en el instituto Jorge Juan de Alicante, las aprobó y ya eran tres los Moya en la CAPA.

En mi casa, y este es uno de los recuerdos más vivos que tengo, a la hora de la comida se nos recordaba siempre que comíamos gracias a la caja pues el trío no dejaba de hablar de ello mientras mi madre y yo nos hacíamos con el famoso bollitori de mi madre, consu ñora y su bacaladito.

Una de esas tardes de colegio ya con la familia viviendo en Virgen del Remedio , cuando Virgen del Remedio era un barrio digno de trabajadores honrados, me enteré de que un señor bajito , muy viejecito y con cara de mala leche, se había muerto. Me fastidió porque no echaban otra cosa en la tele que no fuera el entierro. Al contraste de la seriedad de aquel hombre diciendo que Franco había muerto, por las calles pasaban coches con banderas rojas por las ventanillas y pitando como cuando alguien celebra una boda.

De aquellos días tengo un recuerdo imborrable y que se ha convertido en un sueño recurrente. El balcón de geranios de mi abuela.

Mi abuela. A la que tanto quería y a la que tan cerca he sentido siempre, incluso ahora.

De ojos azules y el pelo nevado, le surcaban la cara riachuelos de tiempo y añoranzas del pueblo, del hermano que perdió de joven, de los trabajos de sirvienta en casa de un señorito de Alicante, de la guerra, las bombas y los refugios.
Siempre estuve convencido de que los geranios crecían como ofrenda a mi abuela, nunca vi otro balcón tan florido y tan agradecido, como nunca vi mujer más bella.

La pensión de viuda de funcionario no era generosa por lo que tuvo que ponerse a trabajar junto a su única hija , Ofelia, como costurera para un modisto de San Vicente que cada semana le traía las medidas y las telas de los trajes a medida.

Casi a punto de morir a sus pocos cien años, me dijo en susurros, que la llevara a casa.

Quería volver al arrollo donde lavaba la ropa y luego la dejaba secar sobre el cañaveral, a Rojales, a su casa, con su hermano, con sus padres. Con todo lo que echaba de menos.

Y aquí te llevo, yaya.

De las juventudes de mis padres se bastante poco y lo más que me llegó fue por esas charlas de mi madre.


Sé que fueron novios desde muy jovenes, quizás desde los catorce, aunque también sé que mi madre tuvo antes de casi novio a un señorito que la pretendía y al que mi madre, por las cosas del hambre y la falta de dineros, le desdeñaba una invitación al cine por un conejo para comer. Este señorito, con el tiempo, llegó a ser escritor de renombre, periodista, político comprometido y referente de muchos. Lo que es la vida. Ahora, querido amigo Enrique, somos casi familia. Porque el cariño que mantenemos no tiene más nombre.






Era guapa mi madre, rediez.

Mi padre fue, y así lo decía mi madre, un tio guapo pero un tanto calavera. En el barrio de Santa Cruz era conocido como el guitarra pues no había sitio donde fuera que no la llevara. Sn estudios tocaba de oído pero finamente. Llegó a actuar en la radio con un trío que formaron él k su amigo Tani y otro del que no me llegó el nombre.

Mi padre hizo la mili en Valencia y tanto fue lo que le contaba en sus cartas a mi madre que decididamente el viaje de novios había de ser allí.
Eso sí mi madre sólo le puso una condición para la boda: o la guitarra o yo.
Y la eligió a ella.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Perdón, Benalua

Imagino que levantando llagas diré que algo que caracteriza genérica y casi genéticamente al alicantino es ese sentimiento de supervivencia propia que nos hace inmunes al sufrimiento, discriminación o maltrato que un segundo pueda hacerle a un tercero.
En resumen, mientras no me toque a mi. Esta es la frase más alicantina de todas si exceptuamos la de “la millor terreta del mon” que pertenece a la gloria de la pandereta, falacia del supuesto alicantino de coca y brevas.
Pues aun siendo alicantino soy de esos pocos que , a pesar de la genética cultural, me indigna incluso lo que no me atañe directamente y es el caso de ese emblemático barrio alicantino de Benalua.
Si bien el partido gobernante en el consistorio alicantino consiguió el apoyo de la asociación de vecinos de este barrio, que por otro lado es el barrio de la socialista Etelvina Andreu, a cambio, dicen, de una concejalía, el colegio público sigue siendo un exin castillos de barracones de metal desde hace más de siete años (es decir hay una generación de niños benaluenses que no ha conocido un colegio de verdad). Se salvó el Picus que , efectivamente , había que salvarlo pero hay que reconocer que así se las ponían a Felipe II, y en unas declaraciones populistas se le prometió al barrio un centro de Salud y la salvación del Ficus convertido ya en mártir arbóreo.
Mientras tanto y no es que no hiciera falta, se han remozado todas y cada una de las aceras del barrio lo cual ha contentado a la mayoría de benaluenses que no tienen hijos en edad escolar o a aquellos que los tienen en colegios concertados alejados de la vergüenza que supone rebajar la educación a una celda, mientras que la indignación sigue en alza entre los padres de los niños embarraconados.
A una manzana del grupo de barracones el edificio de la comisaría de policía se ha tirado y levantado en unos pocos meses.
Yo, que ya digo que sólo soy alicantino, me avergüenzo de mi mismo por no haber hecho algo más, por consentir que la madre de todas las derechas siga impune y aforada, por aislarme de la situación con la cabeza bajo el suelo, llorando por si mi equipo de fútbol pierde o por si Alonso le gana a Hamilton.
En ocasiones, lo aseguro, me avergüenzo de ser alicantino.
Vergüenza que deberían remediar, si la conocieran aunque fuera de lejos, el aforado, la crisálida y sus secuaces. Pero dándose el caso de que no han sido presentados, el único que puede remediar esto es el propio alicantino.
Pena de ciudad.

miércoles, 31 de octubre de 2007

Orgullo de amistad

En estos años de la vida en los que uno puede hacer ya un inventario y usando del vicio irremediable de la comparación con el próximo y en ocasiones con el prójimo es cuando uno se encuentra con momentos en los que se siente especialmente chiquito, pero chiquito de insignificante.

Me ocurre siempre que mi amigo Enrique me llama amigo y me manda abrazos por teléfono, o cuando tomamos café juntos y le observo ese vicio que tenemos en común que es la casi necesidad de sentir físicamente al otro, de cogerle del brazo, de apoyarse en su hombro, de estrechar su mano. Me ocurre siempre con Enrique.

Al margen de su obra , que he ido conociendo desde bien joven, lo que más chiquito me hace sentir es su gran honestidad, su familiaridad, las puertas abiertas de su casa y las de si mismo y ese saloncito de sus recuerdos que es como varias vidas.

Este marxólogo reconocido y referente , que mantiene de amante a esta morena ciudad de Alicante desde hace tanto que ninguno de los dos lo recuerda, es , ante todo, coherente, íntegro y en el buen sentido de la palabra, bueno.

Un día, querido amigo, seré capaz de escribirte como mereces.

jueves, 25 de octubre de 2007

Generalismo Alperi


Llevo varios días pasando por delante de esta pancarta y hoy, por fin, me he decidido a inmortalizarla en este artículo o lo que fuere.


Acostumbro a leer las cosas varias veces, una primera para entender someramente, una segunda para analizar profundamente y una tercera para sacar conclusiones si las merecen. Pero me pasa lo mismo con un libro de Lingüística que con las propiedades alimenticias de un yogourt.


De manera que hoy y siguiendo mi costumbre ancestral , en una primera lectura , está claro que hay alguien que está hasta los mismísimos del Sr. Alperi (les recuerdo que el Sr. Alperi es el desaforable alcalde de Alicante) pues no habría motivo si fuera al contrario de mentar al susodicho y realizar el trabajo , por otra parte mejorable, de escribir semejante pancarta.


En una segunda lectura ya más profundamente, analizando tanto sintáctica como morfológicamente me doy cuente de varias cosas.


Que no es sólo del Sr. Alperi del que el autor está hasta los mismísimos, sino de "y Cia" es decir de la compañía del señor desaforable. Este "y cia" trae implícito una complicidad no se si alevosa pero en cualquier caso sí está dejando claro que el desaforable sería incapaz de hacer lo que se denuncia de por sí solo sino con la ayuda de "alguien" que sería ese "y cia".


"Los vecinos de agua amarga" . Mis queridos amigos, tan brutalmente echados a la calle por el interés general de la Ciudad de la Luz. Mis queridos amigos, nunca pude hacer nada por vosotros .


A continuación viene una frase con contenido y profunda. "No le votaremos más". Es decir, le hemos votado varias veces pero hasta aquí hemos llegado. O lo que es lo mismo un votante del PP que ha visto la luz (de hecho ha visto la ciudad de la luz entera). Y eso , queridos amigos, es al menos esperanzador.


Pero acaba la pancarta con un texto que me deja en ese estado catatónico en el que me sumerjo cuando bullen en mi cerebro ideas irreconciliables o paradojas, o ideas infinitas que no alcanzo, o frases sin terminar, que es esa sensación tan horrible de no acordarse del nombre de alguien o de algo teniéndolo en la punta de la lengua.


La frase final dice, literalmente, "Por las irregularidad" (entiendo que por error de cálculo no cabía el plural que denuncia el artículo que le precede por lo cual la frase correcta sería "Por las irregularidades".


Ahora bien. La frase sintácticamente es correcta pero narrativamente yo diría , dentro de esta humildad, que le falta como un complemento, como una explicación de a qué irregularidades se refiere aunque llego a la conclusión de que se trata de un generalismo. Es decir, por todas las irregularidades, por todas ellas.


Animo al autor que con un trozo de tela y pintura negra ha conseguido plasmar la ilusión que todo hombre de bien tiene en estos momentos y que viene a resumirse en la lapidaria frase que suelto a continuación y que dirigida a ese ente o ser regidor de todo lo creado o en su defecto, al lpueblo en general: "Por favor, haz que vean la luz y no lo vuelvan a votar más, anda"

Cartas que nunca recibí: Soledad Fuster, 1941, Alicante

Lo siento madre, pero me muero.

Si , ya sé que no es justo, que tenía toda una vida por delante, que a mis quince años morirse es una traición de la vida, que preferirías morirte tu, pero no, en esta ocasión la enfermedad me ha elegido a mí.

Sé que quisieras decirme tantas cosas, sé que ahora maldices , más que nunca, a esa enfermedad que te dejó sin habla de niña, pero tu y yo nos entendemos, ¿verdad?.

Sé que quisieras hablarme pero sólo me besas y me abrazas, a pesar de que los médicos os han prohibido tocarme, sabes que el tifus exantemático se contagia por el cariño, pero te da igual.

Tan fácil es contagiarse …, fíjate en todos los que están muriendo en España este año por la epidemia. Lo mismo da, rojos que azules, al tifus le da igual el color.

Menos mal que al Dr. Clúa se le ocurrió descubrir la vacuna para este tifus, pero claro, será efectiva siempre y cuando se cumplan determinadas precauciones y el tiempo desde el contagio no sea excesivo.

Yo no cumplo con lo necesario para salvarme, lo sabemos.

Lo siento madre, pero me muero; dile a papá que no llore, ni siquiera a escondidas, que muero como Miguel, que recuerdo los versos del compañero de Orihuela que me leía con el corazón en un puño y éste levantado:

Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.

Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro
Voy entre pena y pena sonriendo

Si erradicar la epidemia fuera tan sencillo como derribar los muros de Covarrubias, como hizo “el divino”, mi padre lo haría. Arrancaría piedra a piedra los muros del Raval , con el pico y la pala de sus manos, lo sé, pero ya no hay tiempo.

Sé que la vida será dura a partir de mañana, cuando en mi hermana gemela me creáis ver y yo no esté, sé que mi hermana piensa que morirá por esa estúpida creencia de que la muerte de una gemela anticipa el destino de la otra, dile que son tonterías, que cuando sea abuela alguien le hará llegar esta carta. La quiero.

A mis otras hermanas, qué les puedo decir ahora. Está tan oscuro este hospital , hace tanto frío y mi cuerpo tan ardiendo de fiebre. A Victoria y a Rosa, que aprendí de ellas lo bello de vivir, pero me faltó el tiempo.

Sé que papá no cree pero yo, ahora, necesito creer que no todo se acaba aquí, que mi cuerpo dará vida a los rosales y mi alma, mi alma vigilará los pétalos de vuestras vidas, de aquí en adelante.

Al tete dile que me gustó ser su novia, claro que el jugaba con ventaja , por el precio de una tenía dos.

Lo siento madre, pero me muero.

Ciérrame los ojos dulcemente.

Adiós.

Soledad.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Cartas que nunca recibí: José, 1896 , Pilar de la Horadada

Cuando tenía cuatro años mi abuelo me llevó a ver cómo instalaban la campana nueva de la Parroquia de la Virgen del Pilar, la verdad es que, como decía él, la Mediana se había quedado corta y había aldeas a las que no llegaba su llamada . Yo imitaba el gesto de mi abuelo colocándome la mano a modo de visera y ambos observábamos cómo engarzaban las poleas y los andamios y cómo después de varias horas conseguían hacer sonar la nueva campana.

Hace tres semanas , un martes de mercado en San Miguel, conocí a Dolores, vestida de lino blanco que ella misma había tejido en el telar donde trabaja. Volví a verla más tarde ya sin ninguna excusa, sólo por querer verla.

Don Vicente, su padre, es un hombre recto y serio como corresponde, trabajador del campo y amante de su familia, hombre fuerte , superviviente del gran terremoto del 29.

Doña Filomena, su madre, era empleada de hogar en La Marquesa, donde nació. Hacendosa , de color moreno y rojizo , con grandes manos y delicado tacto para la costura; temerosa de Dios y de los terremotos.

En casa de Dolores me admitieron como pretendiente después de un minucioso estudio de mis posibles. Cuando me preguntaron por mis padres, les dije que no había madre como la mía, y que mi padre murió poco antes de nacer yo y que por eso me impusieron los apellidos de mi madre. Ellos pensaron razonablemente que no era cierto.

A pesar de lo que anunciaron los agoreros, la noche de fin de año de 1899 no pasó nada, ni se acabó el mundo, ni sobrevino el terremoto final. Simplemente nos comimos las uvas y nos besamos. Esa noche le propuse matrimonio bajo los farolillos de colores, en la plaza de San Miguel.

José.

Esperanza Aguirre busca un primo como el de Rajoy

Ha dicho Esperanza como para desesperar al gentío que "apoyo todas las manifestaciones de Mariano Rajoy y esta particularmente" (refiriéndose a eso de que el calentamiento global y el cambio climático y tal y tal , son puras memeces.


Esto, queridos amigos, es lo que hace ganar las elecciones a la derecha, el apoyo absoluto al lider, por muy aznarada que sea lo que haya hecho el Gran Hermano.

Por muy primo que se sea.

Y lo peor es que los votantes lo escribirán en sus cuadernos como copias para no olvidar "el cambio climático es una memez, el cambio climático es una memez, el cambio climático es una memez". Escríbamelo cien veces señor Gallardón.


Nota para Mariano: El tiempo en Sevilla
Previsión del tiempo en próximos dias para Sevilla (Actualizado 24/10/07 1:00 PM Hora Peninsular ).

Miercoles Oct 24 Máxima : 19ºC , Mínima 12ºC
El dia estará lluviosoViento: W 10 km/hHumedad: 80%Probabilidad de Precip.: 100%
LluviosoViento: W 10 km/hHumedad: 83%Probabilidad de Precip.: 100%

Jueves Oct 25 Máxima : 23ºC , Mínima 11ºC
Podrán producirse chubascos durante el diaViento: NNW 8 km/hHumedad: 67%Probabilidad de Precip.: 50%
Practicamente despejadoViento: NNW 6 km/hHumedad: 68%Probabilidad de Precip.: 20%

Viernes Oct 26 Máxima : 26ºC , Mínima 12ºC
Se espera un dia soleadoViento: N 8 km/hHumedad: 57%Probabilidad de Precip.: 20%
DespejadoViento: ENE 5 km/hHumedad: 60%Probabilidad de Precip.: 20%

Sábado Oct 27 Máxima : 26ºC , Mínima 12ºC
Podrán producirse chubascos por la tardeViento: NE 10 km/hHumedad: 51%Probabilidad de Precip.: 30%
ChubascosViento: NNE 5 km/hHumedad: 70%Probabilidad de Precip.: 60%

Domingo Oct 28 Máxima : 26ºC , Mínima 13ºC
Podrán producirse chubascos durante el diaViento: NNE 11 km/hHumedad: 65%Probabilidad de Precip.: 60%
DespejadoViento: NNW 3 km/hHumedad: 68%Probabilidad de Precip.: 10%

Lunes Oct 29 Máxima : 27ºC , Mínima 13ºC
Se espera un dia soleadoViento: NW 8 km/hHumedad: 55%Probabilidad de Precip.: 10%
DespejadoViento: NW 3 km/hHumedad: 62%Probabilidad de Precip.: 10%

Martes Oct 30 Máxima : 27ºC , Mínima 13ºC
Se espera un dia soleadoViento: NW 8 km/hHumedad: 56%Probabilidad de Precip.: 0%
DespejadoViento: N 5 km/hHumedad: 73%Probabilidad de Precip.: 0%

Miercoles Oct 31 Máxima : 27ºC , Mínima 13ºC
Se espera un dia soleadoViento: ENE 8 km/hHumedad: 65%Probabilidad de Precip.: 0%
DespejadoViento: E 5 km/hHumedad: 75%Probabilidad de Precip.: 0%

Jueves Nov 1 Máxima : 26ºC , Mínima 13ºC
Se espera un dia soleadoViento: E 11 km/hHumedad: 70%Probabilidad de Precip.: 0%
DespejadoViento: E 5 km/hHumedad: 80%Probabilidad de Precip.: 10%

Viernes Nov 2 Máxima : 25ºC , Mínima 12ºC
Soleado con algunas nubes dispersasViento: NE 6 km/hHumedad: 71%Probabilidad de Precip.: 0%
Parcialmente nubosoViento: NNE 3 km/hHumedad: 81%Probabilidad de Precip.: 0%


Datos proporcionados por weather.com

Pasado mañana no lloverá en Sevilla.

martes, 23 de octubre de 2007

Aznarada de Rajoy

(Diccionario básico del político actual, edición 2007)


Aznarada (adv.fem.): Dícese del hecho o el dicho de un político que por simple, absurdo e irrisorio hace a uno pensar: ¡pena de país!.


Mariano Rajoy Brey, Mariano Rajoy para los amigos, ha dicho una de las últimas aznaradas, y quizás la más cómica por dramática, desde que Losantos pidiera la abdicación del Rey. No sé muy bien pues no estaba yo presente a qué santo , con perdón, venía decir en un "Congreso de la empresa familiar " celebrado en Mallorca (al que por cierto asistía el último Premio Nobel de la Paz , Al Gore, por el módico caché de 200.000€) que "mi primo me contó que una vez reunido con 11 de los científicos más eminentes del mundo ninguno de ellos fue capaz de predecir el tiempo que iba a hacer en Sevilla al día siguiente por lo que les contestó entonces ¿cómo puede alguien saber lo que va a ocurrir con la Tierra dentro de 300 años?".

Jose Javier Brey Abalo es Catedrático de Mecánica Estadística del Depto de Física Atómica , Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla y no se si tiene la suerte o la desgracia de tener un primo hermano llamado Mariano Rajoy que cita sus propias citas.

Lo peor del caso es que Mariano dijo , como colofón de tal aznarada que "es un tema sin embargo al que hay que estar muy atentos aunque tampoco lo podemos convertir en el gran problema mundial. Hay otros problemas más importantes como los del sector energético, emisiones y otros".

El caso es que el primo de Mariano , por el contrario, no parece por curriculum tan simple.

En la columna "Los invisibles" que Francisco Correal publica en "El Diario de Sevilla" publicaba una entrevista , somera pero esclarecedora , con José Javier Brey Abalo.

En dicha entrevista que puede usted leer en este enlace y sobre el cambio climático, este científico reconocido mundialmente , dice. "Nadie sabe si pasado mañana va a llover en Sevilla y hay seudocientíficos que saben qué va a pasar en 3oo años".

Dejando al margen aquello de que la lluvia en Sevilla es una maravilla, me reconozco lerdo y simple como para rebatir dicha afirmación de tan ilustre primo, lo único que sé es que se puede asegurar con total certeza si mañana hay riesgo de lluvia en Sevilla e incluso la cantidad aproximada de agua que caerá por metro cuadrado.
Por lo que se puede asegurar que el riesgo de deshielo dentro de 300 años , a este paso, es casi cierto, a los hechos me remito.


Pena de país.

lunes, 22 de octubre de 2007

Cartas que nunca recibí: María, 1875, Pilar de la Horadada

Mi padre dice que no es propio de una mujer andar sola por la orilla de la playa al atardecer. Mi madre no dice nada, su voz es la de su marido.

Ahora que Juan se ha ido dejando dentro de mi su recuerdo, es cuando más necesito pasear sola por esta playa.

Con él paseaba por el cauce del Río Seco y por la rambla “La Majá” y allí recogíamos romeros, tomillos, lentiscos, estepas blancas y palmitos, que crecían junto a las eneas los juncos y los carrizales. Luego, sentados junto a los racimos amarillos de las retamas, las preparábamos, entre besos y abrazos, para secarlas y hacer con ellas ramos de flores secas que adornarían mi cuarto.
Conozco esta playa del Conde como si yo misma la hubiera puesto aquí, y en ocasiones la imagino invadida de corsarios y piratas mientras la Torre Horadada echa humo de aviso a la guardia del pueblo , a las aldeas de la Punta del Gato y a los pescadores de la playa de las Higuericas.

Pero sólo son imaginaciones mías, aquí ya no hay más que arena , mar y mis tristezas.
Al pie de esta Torre horadada por dentro me dedico a imaginar cómo sería la maternidad con él y a deshacer en lágrimas la vergüenza de ser mirada e insultada por todo el pueblo. Sé también que mi madre, la pobre, entre los guisos de patatas con carne y las gachas migas, derrama lágrimas como una niña con su muñeca rota. Mi padre no dice nada, pero sé por otros que en el mercado le gastan bromas pesadas e incluso sé que llegó a las manos en alguna ocasión, pero él , él no dice nada.
Mi hijo , si es niño, se llamará José, como mi padre, y por los apellidos será como mi hermano.

María.

De lo inútil

Hay algo de estupendo en lo inútil, ¿sabes?.

En ocasiones las cosas inútiles me satisfacen mucho más que las que realmente no lo son o dejaron de serlo.

Me pongo por caso un amanecer. En realidad no tiene nada de útil observarlo atentamente pero , ¿qué quieres?, a mi me encanta , es más, me reporta una sensación plena de dominio del universo.

Tampoco tiene nada de útil observar la perfecta simetría de los agujeros de un botón tirado en la calle, pero yo, lo recojo, lo observo minuciosamente y luego, luego quizás lo guarde por si acaso.

Las cosas útiles, es decir las que no son inútiles, como por ejemplo lo de ir al trabajo, oyes, pues tienen su encanto pero al final, al final, sólo son eso, cosas útiles, sin más.

La mayoría de las veces con una pizca de imaginación adivinamos cientos de cosas útiles, pero ahora, querido amigo, ponte a pensar en inutilidades, ¿verdad que es mucho más entretenido ?.

No es por tristeza decir que todo lo que hago es inútil, muy al contrario, digamos que me inclino, normalmente, por las inutilidades por mi propia naturaleza, soy un experto en ellas, un filigrana de la inutilidad, un experto observador de lo inútil.

Un genio, vamos.

domingo, 21 de octubre de 2007

Dramas de refugiados, un libro de D. Francisco Moreno

Nota de prensa
El día 30 de octubre, a las ocho de la tarde, se presenta en el Club Información el libro Dramas de refugiados, en una edición de Francisco Moreno y Bruno Vargas. Dramas de refugiados relata, a través de la correspondencia mantenida entre Rodolfo Llopis y varios dirigentes socialistas de la provincia de Alicante, las vicisitudes que tuvieron que afrontar quienes pudieron escapar a la represión franquista, cuando la República vio derrotadas sus ilusiones en el puerto de Alicante. Ya en Orán pasaron mil penalidades, a pesar de la solidaridad de muchos compañeros franceses y de algunos familiares emigrados en aquellas tierras. Los campos de Colom-Bechard y Oudja fueron escenario del sufrimiento de muchos de ellos que continuó tras el estallido de la guerra mundial, en la que muchos se incorporarían a la lucha contra los nazis.

Los problemas familiares y de intendencia; la inquietud por los compañeros que habían quedado en España y muchos de los cuales fueron fusilados por los franquistas; la preocupación por el futuro que se iba complicando cada vez más: las dificultades para poner en comunicación a tantos compañeros dispersos en Europa y América, en unos años tan difíciles; los rumores; los pleitos entre el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles (SERE), controlado por los afectos a Negrín, y la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE), dirigida por Indalecio Prieto; la esperanza de un pronto regreso a la patria; la preocupación por la cultura; los malos entendidos y las rencillas personales son materia de estas cartas en las que aparece lo mejor y lo peor del ser humano, debido a lo excepcional de las circunstancias. No en vano, los republicanos españoles, como también diría Llopis, “llevamos sobre nuestros hombros la pesadumbre de una derrota inmensa”. Igualmente se publican una serie de anexos, con un interesante informe de Ginés Ganga sobre el final de la guerra en Cartagena, la relación de pasajeros que transportaban los diversos buques que salieron de Alicante en esas fechas, las negociaciones con las autoridades francesas para conseguir el desembarco de los pasajeros del Stanbrook, las gestiones para establecer la Oficina de Ayuda a los refugiados españoles en Orán, y un informe de la segunda mitad de los años cuarenta sobre los intentos de reorganización del PSOE alicantino en la clandestinidad.

viernes, 19 de octubre de 2007

Curso en la Sede


LA GENERACIÓN LITERARIA ESPAÑOLA DEL MEDIO SIGLO: EL REALISMO SOCIAL
En los primeros años de la década de los cincuenta del pasado siglo, irrumpe en nuestro panorama literario una nueva narrativa de posguerra , cuyos presupuestos radican en las posibilidades de expresar la realidad de aquel momento histórico , desde la crítica y el compromiso social , lo que para el escritor técnicamente implica, entre otras muchas cosas : cambio del punto de vista, transferencia de un protagonismo individual a otro colectivo, utilización de un estilo más directo, utilitario y asequible para el lector de cualquiera que sea su condición , y personalmente en el riesgo de la represión del imperante nacionalcatolicismo. Los novelistas del realismo social , de la generación de los cincuenta o generación de la berza, como sarcásticamente los llamó César Santos Fontela , pretendían, desde la denuncia de la injusticia y de la opresión , transformar una realidad impuesta y condicionada por la dictadura franquista.
El curso está coordinado por D. Enrique Cerdán Tato y tanto el calendario como otros datos de interés los puedes encontrar en la web de la Sede de la Universidad de Alicante ó pulsando este enlace