sábado, 21 de febrero de 2009

Un poco de vanidad no viene nunca mal



Daniel Moya
Divulgar el pasado de Alicante
21.02.09 -
NANDO RICO
ALICANTE


Las inquietudes de Daniel Moya siempre han tendido hacia su ciudad natal, Alicante, prácticamente desde el día en que vio por primera vez la luz del sol, hace 46 años. No se trata de inquietudes relativas al futuro de la ciudad, tal vez ni siquiera al presente. A Daniel siempre le ha apasionado el pasado de Alicante, especialmente centrado en un pequeño lapso de tiempo entre 1936 y 1939, en plena Guerra Civil.
En sus primeros años de vida y de educación en colegios alicantinos, Daniel vivió en primera persona aquello de cantar el Cara al Sol al acabar las clases, himno inequívoco de la dictadura franquista. Su familia era por aquel entonces "transhumante" y cambiaban continuamente de domicilio y, por tanto, de instituto. Pero ya en esos años Daniel sentía pasión por la lectura y tomó conciencia de la historia de la ciudad en que residía. Ya en edad universitaria, empezó a cursar Derecho, aunque lo dejó tras el primer año. "Lo echo de menos, por eso quiero que mis hijos -una chica y un chico, matiza-estudien". Tras ello, opositó para entrar en la plantilla de entidades bancarias, en las que todavía hoy trabaja.
Fue en sus tiempos de estudiante cuando conoció al califica de "mi ídolo", el escritor alicantino Enrique Cerdán Tato, del cual ha aprendido mucho y gracias al cual ingresó en la Comisión Cívica de Alicante. "Siempre busco hacer algo por Alicante y que mis hijos conozcan la ciudad que yo conozco, no la de los centros comerciales. Es mi ilusión y la comisión me pareció un buen método", afirma. Sus inclinaciones ideológicas -considera importante retener la memoria histórica- también le impulsaron a ello. Y también el hecho de haber conocido "mucha gente y muy buena" en un lugar en el que "aporto todo lo que pueda".
Entre sus aficiones se encuentra el coleccionismo, puesto que Daniel guarda prácticamente todo cuanto pasa por sus manos. Además de amante de la literatura, a la que contribuye escribiendo relatos cortos. Su sueño tiene que ver precisamente con ello ya que desea recopilar y publicar todos sus cuentos en un solo libro, cuyo prólogo estaría redactado por Cerdán Tato, del que mucha gente cree que "es mi padre" debido al tiempo que pasan juntos.
Pero también adora pasar tiempo con sus hijos. "Su agenda es la mía", asegura entre risas. Sin dejar de lado otra pasión, la música, sin la cual "no sé que haría". No en vano, tiene -al margen de una gran colección de libros- una extensa fonoteca que engloba discos de varios estilos desde los años 50 a la actualidad.
Publicado en Las Provincias-Alicante el sábado 21-02-2009

jueves, 12 de febrero de 2009

Pensamiento positivo

Cuando incluso las cosas o las situaciones parece que se ríen de uno mismo; cuando la vida misma se gira para verte pasar y hace un ademán burlesco de tus andares; cuando todo ello pasa y uno es consciente de que la mofa es generalizada sólo cabe una posibilidad de salvación.

Al menos es lo que a mi me ocurre. A mi me salva Georgie Dann.

Hace ya unos años y en una tienda de postín de corte anglosajón descubrí como si me iluminara la esperanza un doble cd de grandes éxitos. No me importó el precio , no me importó mostrarlo a la dependienta, pero en cuanto salí de allí lo desprecinté no sin problemas y lo coloqué en el reproductor del coche.

Le dí volumen. Bastante.

Cuando me fui consciente de mis actos andaba yo a velocidad moderada removiendo mis posaderas sobre el asiento y aún circundado por el de seguridad mi cuerpo respondía casi de manera involuntaria al meneo de la sintonía mientras a través del cristal la gente me miraba como lo hacía Clarice a Hanibal Lecter y entonces me dí cuenta, perfectamente, de que los trastornados, los realmente perdidos, los deambulantes eran los otros.

Y entonces descubrí que no estaba sólo. En el coche de al lado una joven bailaba y hacía aspavientos al son de los Mojinos escozíos. Cada uno en su estilo, pensé.

Y así, positivamente y con la barbacoa encendida llegué a casa con el corazón henchido y lleno de felicidad. La felicidad que dá inhibirse de todo y ser, de nuevo, un chaval.

Hay que multiplicar por menos uno al pensamiento negativo, sea como fuere. Yo lo hago así. Búscate tu el método y el momento, al cabo de un tiempo agradecerás haber leído esto.

Ja!