martes, 19 de agosto de 2008

Mil maneras de devorarse a uno mismo

Por muy extraño que nos parezca y por mucho que hayan intentado hacernos creer desde los mullidos bancos del consistorio y otras timbas del poder a nuestra ciudad la hacemos , y la deshacemos nosotros, los ciudadanos , aunque el brazo ejecutor, en ocasiones incorrupto, no sea el propio sino el honorablemente elegido por la mayoría convertido por el vil papel moneda en un muñeco grotesco movido por los hilos del que realmente ordena y manda.


Esta ciudad nuestra, especialmente, se está dejando devorar por sí misma en un claro síntoma de autofagia. Y entre esa mezcla de dolor y placer que caracterizan a ese trastorno psicológico nos movemos los alicantinos y que con la experiencia y la desesperación hemos pasado del menfotismo al canibalismo pura y crudamente.
A dentelladas húmedas y frías nuestra ciudad se ha ido quedando sin referentes y aquellos que sobreviven lo hacen en liza con la menfótica idiosincrasia alicantina, contra la soledad del abandono que es la táctica al fin del ídolo con los pies de barro. Creamos un espejismo de ciudad cosmopolita, limpia y culturalmente activa, con capacidad para absorber grandes eventos internacionales, con la suciedad acumulada bajo la alfombra de la explanada, la indigencia expulsada del Palas y repartida por la ciudad y allí, a unos cientos de metros de la milla de oro las grotescas fulanas en consentida faena al amparo de la ruina de las harineras y el desbroce de la estación de Benalúa configuran el espectáculo que no saldrá en las televisiones del mundo cuando algún espigado y laureado dé el banderín de salida a la Volvo Ocean Race mientras a su espalda ondeará la gigantesca bandera rojigualda y a su pie ese horrible y disparatado monumento al soldado de reemplazo.
Si en algún momento lo tuvo, Alicante perdió el Norte hace mucho y así, a la deriva nos vamos hundiendo cada día un poco más hasta que nuestra línea de flotación quede por debajo de nuestra propia dignidad.


Y sin embargo surgen cada día nuevos grupos de quijotes y sanchos dispuestos a lanzarse al trote contra los gigantes aun sabiendo que son molinos , surgen nuevos y animan a los que siempre estuvieron ahí a quitarse el velo de la desesperación y el abandono que es la victoria del poder.
Ahí están la Comisión Cívica, la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas, la Sociedad Cultural Alicante Vivo y tantos otros que plantan cara y resuelven entuertos o lo intentan pues con Luis han topado, que no con el PP de Alicante, pues quede claro que cada día la diferencia entre ambos es mayor, lo difícil es quitarse ese peso de encima.
No nos engañemos, Alicante no es una ciudad de oropéndolas cantarinas, ni un ejemplo de educación cívica, ni un modelo de limpieza , que la oferta cultural alicantina se la debemos a unas cuantas iniciativas que nos salvan del despropósito consistorial, pero cuidado, que nadie piense que todo esto no es culpa suya.
Quizás sea el momento ahora de salir a la calle, de negarse a que el Ideal se convierta en un parking, oponerse a que se derriben edificios de la Rambla para construir una macrodiscoteca de pedir cuentas de los bocados dados y analizar el adn de la saliva dejada en cada uno de ellos y dejar al descubierto, por fin, las vergüenzas de estos años.
Y ahora como decía el Dr. Lecter, uno de los más famosos caníbales del mundo, "Me gustaría seguir charlando, pero un viejo amigo me espera para cenar. Adiós".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Tiene sentido quejarse porque alguien quiera dar contenido a edificios vacíos, muertos diría yo?

¿Qué es mejor una discoteca o nada?

La única forma de que las ciudades estén vivas es que ... tengan vida ¡valga la redundancia! Dedicar, más y más edificios a archivos, museos, dependencias públicas. fundaciones subvencionadas... es dejar la ciudad muerta aunque sus edificios no se caigan.

Es verdad, sería mejor una casa llena de familias que salgan a pasear con sus niños y abuelos...

Pero ninguno queremos vivir ahí. Preferimos vivir en adosados en la Playa San Juan (es un decir) y no en la Rambla, sin colegios, sin supermercados, sin lugares para aparcar...

No echemos la culpa al alcalde, de otras cosas la tendrá, pero de lo que no es más que reflejo de nuestras decisiones y comportamiento... la responsabilidad es nuestra.

Daniel Moya dijo...

Estimado amigo:
Gracias por tu comentario.
Veremos si al final el edificio se llena de contenido o se derriba para levantar otro edificio distinto con un contenido determinado.