viernes, 22 de febrero de 2008

Atrapado por las circunstancias

Nunca antes, lo aseguraba después de haber hecho un concienzudo repaso a su vida, se había encontrado en una situación como en la que en estos momentos se veía.
Era una sensación de absoluta soledad. Uno de esos momentos en los que el instinto y el raciocinio no pueden siquiera trabajando en equipo adivinar una solución para él.
Era un secuestro. Si, era secuestro, las circunstancias le habían secuestrado de aquella manera y le hacían permanecer en aquella postura tan incómoda y al mismo tiempo ridícula y casi cómica. Pero en él no encontraba sitio otro sentimiento mas que el de la pura soledad.
Era un espacio reducido, apenas un metro cuadrado. Las paredes y la puerta se encontraban repletas de pintadas de gentes que , posiblemente, se hubieran encontrado también en esa misma situación al menos durante algún tiempo , lo cual le animó bastante, ya que suponía que nadie había perecido en aquel cuarto , envuelto en esa soledad tan amarga.
Desde el exterior le llegaban sonidos, voces que no podía entender y de fondo algún tipo de música, no estridente pero sí insistente.
Recordaba haber llegado a aquel lugar por una necesidad imperiosa pero exactamente no sabía el porqué de encontrarse tan profundamente solo, tan profundamente débil y abandonado.
Nadie le había echado de menos; llevaba al menos una hora de reloj allí dentro. Nadie vino a buscarle, nadie preguntó por él. Los golpes en la puerta y los insultos a gritos le hacían temer que el secuestro fuera algo más serio de lo que pensaba, creyó entonces que en cualquier momento alguien abriera la puerta de una patada acabando con la tortura psicológica a la que estaba siendo sometido y le propinara una paliza física descomunal.
El sentimiento de soledad se amalgamó entonces con la bilis del miedo que empezaba a sentir.
La pestilencia que la propia naturaleza del habitáculo expedía llegó incluso a hacerse habitual en sus sentidos y ya casi no era perceptible, aunque si visible, evidentemente.
Era un secuestro intencionado, no sabía exactamente si sólo fueron el cúmulo de circunstancias o había detrás de aquello toda una organización, pero se sentía profunda e indiscutiblemente secuestrado.
En aquellos momentos toda su vida le paso por la cabeza, toda ella.
Los campos que había visto, las playas inmensas que tanto le gustaban, los mares, las mujeres a las que tanto había perseguido durante su corta vida, en especial a aquella última con la que había conseguido hablar sin tocarle apenas un pelo. Era una mujer excepcional en todos los sentidos, le había hecho cambiar de opinión en cuanto al sentido mismo de la vida. Era una mujer de cuerpo pequeño pero férrea de actitud, unos ojos marrones y una risa revoloteadora. Le tenía pillao.
Pero todo aquello se había acabado, no conseguiría nunca salir de allí, y por lo tanto no le diría todo lo que sentía. También pasó por su cabeza su coche nuevo, reluciente, apenas empezado a pagar, con ese olor tan atrayente del coche recién fabricado.
Cuando uno cree que ya está lo suficientemente hundido aún viene la vida y las circunstancias a hundirte aún más, valga su situación como ejemplo.
Al menos le quedaba un cigarrillo que aprovechó para fumárselo, como el último placer para un condenado. Con la luz del encendedor observó más detalladamente las pintadas de sus antecesores.
Las había de desesperanza: “ahí te quedas” decía la más cruel; otra de ellas sólo dejaba referencia de un nombre y una fecha “Alex, 23-09-03”, sin embargo había verdaderos pensamientos filosóficos producto, sin duda del largo tiempo pasado en soledad “Y yo que en estos momentos me acuerdo de ti...” firmado por Damián.
Según su reloj habían ya pasado dos horas en aquel zulo. ¿Nadie advirtió su ausencia?, ¿nadie había avisado a la policía?, se quedaría allí para siempre………en la más absoluta soledad.
De pronto y cuando ya todo era oscuridad, silencio y soledad una voz conocida le gritó desde fuera:
- ¿Paco?, ¿Te pasa algo?, llevas dos horas ahí metido.

- ¿Juan?, ¿Juan? ¿eres tú?, gracias a Dios….estoy salvado…oye….consígueme un rollo de papel higiénico, ¿quieres? o en su defecto algo con lo que limpiarme el culo, anda.
Todo había terminado.

No hay comentarios: