martes, 9 de septiembre de 2008

La estética en el escritor alicantino

La estética en el escritor alicantino
Memoria y vicisitud de la iniciación a una estética o como las uvas que reviven en el vino profano
Enrique Cerdán Tato
"Con los cincuenta cuesta abajo, los más jóvenes nos sabíamos de tirón la lista de los reyes godos, la de los novelistas de la «generación perdida» y la de los autores del sello editorial Finaudi. Que lo diga si no Dámaso Santos, entonces director del diario «Información», que nos inventarió de innovadores y revolucionarios, se entiende que en lo estético y estilístico, que nos tomó el pulso de nuestras lecturas y que nos largó algún que otro capotazo, en circunstancias poco propicias y siendo como era o parecía hombre de ideas afectas, aunque nada intolerantes. Él criticaría con ánimo y solvencia, mi novela corta «Un agujero en la luz», que en 1957, se llevó el «Gabriel Miró», en «Pueblo» y en «La Hora», semanario que dirigía Gabriel Elorriaga, y en el cual publiqué un par de narraciones, seguramente bajo la mirada benévola de Franz Kafka.

Tiempo, insisto, de sorprendentes zozobras: Blas de Otero nos abrumó con sus silencios y alarmó a mi madre, cuando pasó dos días en casa, con su ausencia; en tanto Buero Vallejo me dejaba una escalera de trajines y una posterior carta de ley. Con Torrente Ballester supe de la entereza, en un itinerante diálogo, por el Postiguet. Y con Ignacio Agustí, tan retraído y certero. Y con Dolores Medio y su hermana Teresa, profesora en mi ciudad, y con quienes me despaché más de una fabada. Y con Tomás Salvador. Y con Alfonso Sastre. Y con Lauro Olmo. De su mano, de la mano de Lauro Olmo, y de la de Pepe Hierro, subiría al Aula Pequeña del Ateneo de Madrid, un jueves de noviembre del 57, para proceder a la lectura de mis últimos relatos, precedida de una lacónica charla, ante un auditorio de especialistas. Luego me iría, con parte de aquel auditorio, a la tertulia de Concha Lagos. Allí estaban Gerardo Diego completando su laboriosa e incompleta biografía, y Vicente Aleixandre atento al vasto dominio de la palabra. Y muchos otros, con el vino y el verso tan afilado de la madrugada. "
Puedes leer el texto completo en la página de la Cervantes Virtual

No hay comentarios: