

De Atila , ya se sabe, fue uno de los grandes conquistadores del mundo (o arrasadores, según se mire) y del que nos ha llegado aquello de que por donde pasa su caballo , por cierto de nombre Othar, no volvía a crecer la hierba pues tal era la muerte y destrucción que generaba a su paso, no el caballo sino el jinete.
El Quirinal de Castedo es esa foto riéndose de todos mientras al fondo las palas arrasan La Isleta de la Albufera y lo que se le ponga por delante. A lomos de su caballo accidental que es la alcadía de esta cautiva y desarmada ciudad con su breech o pantalón de montar blanco superajustado con las botas hasta las rodillas y un saquito entallado con un top debajo y las manguitas un poco remangadas, bajo sus herraduras, no vuelve a crecer más que el ladrillo y su propia prepotencia.
El pan que nos dá gratis esta nerón atilana es la obra de Sempere que , dice, colocará en la Istleta y el circo, bueno, el circo es el propio consistorio, con sus elefantes, saltimbanquis, ateos para echar a los leones, animales exóticos e incluso algún payaso.
La sucesión de Alperi, no podría ser otra cosa.
Mientras, con la voz rota , humillado el Alicante de siempre, sin otro remedio la saluda: Ave, Castedo, Morituri te salutant.
Pena de ciudad.
1 comentario:
De nuevo, no puedo hacer otra cosa que rendirme a tus pies.
Nadie lo habría dicho mejor.
Saludos, compañero
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